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Año XII, vol 10, N°2, septiembre de 2001Obituario
Prof. Dr. Carlos Márquez
Es un privilegio y un honor haber sido invitado por la Asociación Argentina de Psiquiatras a escribir un obituario de quien fuera un maestro y amigo.
Si bien valoro por igual ambos sentidos de mi conocimiento de esta distinguida personalidad, es este último aspecto con el que de acuerdo a mi manera de ser más lo extrañaré y valoro. El profesor fue siempre hasta en lo más confidencial e íntimo para mí “el profe” y nunca me permití tutearlo, y es probable que el anecdotario como tal hubiese sido tan o más rico que su prolífico quehacer en la psiquiatría argentina. Tuve la suerte de que el destino nos uniera en ambos aspectos de la vida con la multiplicación intelectual y afectiva que esto significa.
Me cupo acompañarlo en su actividad académica desde mi infancia psiquiátrica. Me permito recordar que estamos hablando de un miembro fundador de la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica en 1971 y de la Asociación de Psiquiatras en 1972.
Anticipándose a su tiempo, como fue su característica, ya preveía un hecho que pudo testimoniar en vida: la transformación en realidad de lo que él consideraba un pleonasmo: el agregado de la palabra biológico a una especialidad médica. Hoy es prácticamente inconcebible una psiquiatría ignorante de los aportes de la biología molecular por dar sólo un ejemplo del riquísimo caudal neurobiológico.
Tuvo el coraje desde sus múltiples cargos académicos (fue titular de la Primer Cátedra de Psiquiatría de 1983 a 1989) y desde la Segunda Cátedra de Psiquiatría de la UBA que él fundara en 1975, de transmitir estos conceptos a las futuras generaciones para un ejercicio más digno y cabal de la psiquiatría clínica, que recupera así la esencial importancia de la observación en función del diagnóstico y la consecuente elección de la correcta terapéutica. Estoy seguro que muchos de sus ex-pacientes deben adherirse en este momento a mi sentido homenaje.
Prof. Dr. Jorge Ciprian-Olliver
Prof. Dr. Jacinto Carlos Orlando
26-04-1921 - 29-06-2001
Su imagen al recordarlo, es la de un médico singular de aspecto delgado, mediana estatura con actitud erguida y andar tranquilo, pensativo, indiferente.
Anteojos con grueso armazón, camisa con cuello desabrochado, sin corbata y sus manos metidas en los bolsillos de su guardapolvo blanco, delineaban su figura.
Hombre de una gran cultura, dedicó su vida al conocimiento de la ciencia.
Brillante neurólogo sintió siempre la necesidad de investigar los orígenes, las causas y circunstancias de aquellos que hicieron la historia de la Neurología, quienes con sus primeros trabajos fundamentaron la conformación y funcionamiento del sistema nervioso central y periféricos, como del sistema vascular.
Siempre se interesó en el marco intelectual que existía en cada época. Admiraba en ellos la genialidad que los llevara al conocimiento de la fisiología y de la patología.
Sentía orgullo de la ciencia y una sentida y personal humildad en ese encuentro.
Así era Jacinto Carlos Orlando, distinguido profesor de la Facultad de Medicina de la UBA y Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Borda, antiguo Hospicio de las Mercedes, cuando en 1944 comenzó su carrera profesional en el entonces Instituto de Neurología que dirigía su tío el Prof. Roque Orlando.
En su formación en Neurobiología, tuvo como maestro a Braulio Moyano y como pares a Diego Outes, Alfredo Thompson y otros tantos colegas, más recientemente a Juan Carlos Goldar.
Ellos configuraron su hacer y acontecer: trabajos, libros, conferencias, cursos fueron una constante producción de su obra.
También la docencia lo destacó por su sentido didáctico y su discurso claro, gramaticalmente medido y exacto.
Sus clases eran memorables y presenciables, lo hacían sentir a uno no solo gustoso, sino que al escucharlo incitaba a tener un enorme interés por la ciencia y la investigación.
Gran lector, su inquietud cultural lo llevó a dirigir y completar la Biblioteca del Hospital Borda y a crear conjuntamente con distinguidos colegas la revista “Neuropsiquiatría” y a organizar Ateneos y conferencias inolvidables, invitando a escritores como Borges, filósofos como Eugenio Pucciarelli, importantes figuras de la Medicina nacional y extranjera.
Calidad respeto, valentía y lucidez para defender los valores del ser humano y su fina ocurrencia en el decir, conformaron la distintiva honestidad con que trazó su vida hasta su muerte a los 80 años.
Por ello siempre lo recordaremos.
Prof. Dr. Jorge Fernández Amallo
Dr. Luis Otilio Lozano (1935-2000)
La hidalguía, el afecto sincero, el respeto por las formas, la sencillez y la cultura, constituyeron los señaladores que enmarcaron la personalidad de este gran amigo. Entusiasta admirador de la naturaleza y de la vida humana, conocedor de la botánica y dotado de un amplio sentido estético, emprendió cada tramo de su camino con absoluta pasión.
Desde adolescente fue configurando un arraigado sentido social sustentado en la ética, la democracia y el derecho, que lo acompañaría a lo largo de su vida. Sus tempranas inquietudes lo llevaron a recibirse de médico en la UBA a la edad de veintiséis años, encontrando luego el marco adecuado para su incesante lucha en pos de comprender y ayudar al ser humano, al abrazar la especialidad de Psiquiatría. Así es que tuvo el privilegio de compartir este aprendizaje junto a grandes maestros en la Sala Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en el Hospital Borda, entre otros: los profesores Alberto Bonhour, Camilo Beta, Ramón Melgar y Omar Ipar.
En 1970 fue designado Jefe -por concurso- del Servicio Nº 9 Sala Cátedra de la Universidad de Bs. As., cargo que desempeñó hasta su fallecimiento. Desde entonces, a lo largo de su Carrera Docente ha sido testigo de sus propios logros, formando año tras año en esa especialidad a incontables generaciones de médicos y psicólogos.
Como Coordinador Docente del Curso Superior -hoy carrera-, de Médicos Psiquiatras, organizó numerosos Congresos, Jornadas Nacionales e Internacionales. Fue Profesor Titular Interino de la Facultad de Medicina y también en la Licenciatura de Criminología y Criminalística de la Fac. de Derecho de la UBA. En 1984 recibió el Premio "Lucio V. López (h)" de la Academia Nacional de Medicina por el trabajo en colaboración "Aportes inmunogenéticos al conocimiento etiopatogénico de las psicosis endógenas".
A comienzos de 1991, por su hombría de bien e idoneidad, fue designado por el Ministerio de Salud Pública de la Nación, Director Interventor del Hospital José T. Borda, cargo que ejerció ad-honorem -conforme a su expresa voluntad- durante dos años, regularizando esa institución y dirigiendo su transferencia jurisdiccional a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Su conocimiento tuvo la grandeza de lo sencillo. Gracias a todos esos valores, y a su inmensa riqueza moral, se proyectó más allá de sus condiciones profesionales, hacia todos sus pacientes. La familia, eje y objetivo de su acontecer, acompañó permanentemente ese itinerario. A quienes transitamos caminos de igualdad en sentimiento, pensamientos y objetivos, nos deja el legado de la impronta que marcó su vida: señorío, corrección, humildad, profunda convicción en ideales y la suma claridad y maestría para expresarlos.
Recordaremos por siempre con el mayor de los afectos al ilustre colega y distinguido docente, pero por sobre todas las cosas, nunca podremos olvidar al entrañable amigo quien nos dignificó con esa tarea cumplida, que fue su vida.
Prof. Dr. Jorge A. Fernández Amallo