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Año XIV, vol 11, N°3, junio de 2004

 

El continuum paranoide en la clínica psiquiátrica alemana

Federico Rebok

Resumen

Se describe el espectro de cuadros paranoides que se sitúan entre la simple personalidad paranoide y la forma más grave de alteración de este tipo de personalidades: la Parafrenia. Asimismo, se puntualiza el caso de una paciente que ha atravesado varios de los estadios paranoides hasta completar el cuadro psicótico por el cual fue finalmente atendida. Se hace mención a distinguidos autores pertenecientes a las diferentes escuelas alemanas, y se esbozan los principales aportes por ellos formulados, así como también las principales controversias suscitadas fundamentalmente en la conceptualización de la Paranoia.

Palabras Clave

Psicopatía Paranoide – Paranoia – Parafrenia Afectiva

Summary

This article is intended to describe the spectrum of paranoid disorders located between the simple paranoid personality and the most severe alteration of these types of personalities: the Paraphrenia. It is also summarized the case history of a patient who has gone through several of the paranoid stages before completing the psychotic disorder for which she was finally assisted. Finally, the essential contributions made by distinguished authors that belong to the different German schools are mentioned, as well as the main controversies raised fundamentally in the conceptualization of the Paranoia.

Keywords

Paranoid Psychopathy – Paranoia – Affective Paraphrenia

Zusammenfassung

Es wird die Breite der paranoiden Zustände die sich zwischen der paranoiden persönlichkeit und der sehr gravierende Art die Paraphrenie ausdehnen, beschrieben. Auch wird es über den Fall einer Patientin, dessen Durchgang der verschiedene paranoide Stadien erfüllt wurde bis sie zum Vollbild einer psychiatrischen Krankheit einmündet, die ihre Pflege benötigte. Hervorragende Autoren aus den verschiedenen deutschen Schulen werden hervorgerufen, so wie ihre wertvolle Beiträge, als auch ihre grundsätzliche Kontroverse um den Begriff der Paranoia. 

Schlüsselwörter

Paranoiden Psychopathie – Paranoia - Affektvolle Paraphrenie 

Presentación de un caso

La paciente K, de 46 años, fue, desde antaño, una persona activa e idealista. En su adolescencia tardía, ingresó en la militancia montonera. Fue perseguida, su padre torturado, y su novio, desaparecido.

A los 21 años, fue violada por un policía. Sus vínculos con la autoridad, que siempre habían presentado matices de cierto recelo, quedaron totalmente rotos, y a partir de aquel momento, la desconfianza pasó a dominar el cuadro. Por aquel entonces, se enamoró de un muchacho con quien entabló una violenta relación. Se casó con él en 1982 y luego tuvo a sus dos hijos. En el año 1990, tras un sinnúmero de peleas, se divorció, y se mantuvo en soledad, sin integración social más que en su trabajo como Psicóloga. Sólo visitaba a sus hijos de vez en cuando (ellos habían quedado con el padre), y se mostraba antipática con sus familiares, especialmente con su madre2 .

En el año 1995, y cuando frisaba en los 38 años, K fue internada por primera vez en un hospital psiquiátrico. En aquel entonces, afirmaba que un ejército la quería asesinar, que unas «voces» le decían que la iban a matar. Se caía de la silla durante las entrevistas, alegaba que «alguien» la tironeaba para abajo, que le agarraban los pies, que la querían perjudicar. Por aquel entonces se rescató el antecedente de un abuelo paterno quien, al parecer, era una persona sumamente desconfiada, que le ponía «mil cerraduras» a las puertas y tenía «un arsenal» de armas en su casa. Habría cometido suicidio a los 50 años (causa no especificada).

Al cabo de un mes de recibir neurolépticos a dosis altas (Haloperidol 20 mg/día), K fue dada de alta. Luego continuó compensada y en tratamiento ambulatorio hasta el año 1999, cuando, en el lapso de un mes, comenzó a presentar dificultades para mantener el sueño y empezó a pensar que los vecinos la perseguían. Aseguraba que le habían intervenido el teléfono y que pertenecían a los servicios secretos. K se mostraba excitada, agresiva, y además de sentirse perseguida, afirmaba que era influenciada, que la habían «compartimentado» de tal manera que matara o se suicidara. Aseveraba que se había psicotizado para que no la molestaran quienes la perseguían; de esa manera, estando loca, ya no sería peligrosa para ellos.

Declaraba que sus vecinos le hacían ruidos con la puerta del ascensor y escuchaba cuando daban golpes a propósito. Además, afirmaba que, como pertenecían a los servicios, tal vez pensaron que ella se había mudado ahí para asesinarlos.

Nuevamente, tras un mes de internación en el que recibió neurolépticos a dosis elevadas (Haloperidol 20 mg/día), fue dada de alta.

Su cuadro evolucionó de manera favorable hasta que en el año 2003 la paciente, de 46 años de edad, fue traída por la policía, portando orden judicial de internación. De mirada suspicaz y porte paranoide, la paciente se encontraba marcadamente reticente, irritable, hostil y querellante hacia los profesionales que la entrevistaban, logorreica y agresiva de palabra, llegando incluso a amenazar de muerte a su madre. Hacía cuatro noches que no dormía. Había abandonado la medicación hacía 3 meses, ya que “se sentía bien”. A partir de allí, había comenzado a ver caras de monstruos en la gente; diablos que la perseguían y asustaban; y escuchaba voces de las que se encontraba reticente a hablar. Afirmaba que el dueño de la inmobiliaria en la cual trabajaba desde hacía 4 años, no quería pagarle una comisión como mecanismo de presión para que renuncie, y que sus vecinos le habían intervenido el teléfono y habían violado la privacidad de su hogar3 . Comentaba, con cierto aire sobrevalorado, que había formado parte del grupo masónico más importante de la Argentina, la Orden de la Rosa Cruz, el cual había abandonado cuando finalmente los conoció, ya que presentaban «caras diabólicas» y «todo eso provenía del diablo». También había huido del último retiro espiritual de la secta a la cual pertenecía ya que se había dado cuenta de que los feligreses tenían «caras de monstruos» y que además sus cuerpos «caían sobre ella».

Pese a haberse formado profesionalmente sólo como Psicóloga, acreditaba otros múltiples títulos: Profesora de música, Instructora de Yoga, Martillera Pública, Escritora.

Con cierta altanería y desdén hacia el entrevistador, negaba padecer enfermedad alguna: “No alucino. No deliro. Lo sé porque soy Psicóloga. No tengo nada.” y afirmaba estar siendo sobremedicada, manifestando abiertamente su aversión al antipsicótico: “El Haloperidol me hace mal, es un chaleco químico”. Permanentemente se mostraba desconfiada: creía que los médicos de Guardia le habían robado un reloj. También desconfiaba de las pacientes de Guardia que ocasionalmente dormían en su servicio.

Se mostraba irritable y menospreciativa, comentaba sus intenciones de trabajar en otra inmobiliaria, donde no fueran «unos chantas». En una ocasión presentó un escrito donde plasmaba los acontecimientos vividos en relación a la desaparición de su antiguo novio. En el texto no se observaban hipergrafias, se respetaban los renglones, aparecían algunos errores ortográficos, y empáticamente el escrito desilusionó al entrevistador quien esperaba algo más elaborado dado el buen nivel intelectual de la paciente. No aparecieron espectacularidades, ni relatos fantásticos.

Tras un mes de tratamiento con dosis elevadas de neurolépticos (Haloperidol 20 mg/día, molido, debido a la fuerte aversión al psicofármaco) se le otorga primero el permiso de fin de semana, y luego el alta.

A manera de introducción...

El concepto de «Paranoia» fue introducido por Vogel en el año 1764, y se aplicó, en aquel entonces, a las psicosis crónicas en general, por lo que se constituyó en sinónimo de vesania. El maestro Kahlbaum fue quien, en el año 1863, le otorgó una significación especial a la Paranoia, definiéndola como «un delirio sin deterioro del afecto o de la función intelectual», y afirmando que se trataba de una forma de «locura parcial».

Finalmente, Kraepelin definió a la Paranoia como un delirio de comienzo insidioso y evolución crónica, originado en causas internas, bien sistematizado, carente de alucinaciones, a mecanismo interpretativo, y sin deterioro de la personalidad. Así, diferenció esta entidad de la Parafrenia, un delirio crónico inverosímil pero coherente, casi siempre con alucinaciones e ideas delirantes polimorfas, que evoluciona lentamente con relativa conservación de la personalidad.

Hacia un intento de comprensión evolutiva del continuum paranoide

Psicopatía Paranoide

Incluimos bajo tal designación a aquellos psicópatas propensos a las formaciones delirantes. Esta especial «forma de ser», puede manifestarse bajo la forma de dos temples de base heredobiológica distinta, aunque clínicamente emparentados: por un lado, el temple desconfiado; por el otro, el temple arrogante.

A los Psicópatas Paranoides que presentan un temple desconfiado, tradicionalmente se los ha denominado sensitivos o sensitivo-paranoides. Schneider bien los ha incluido dentro de los “inseguros de sí mismos”, ya que su porte y su actitud dan debida nota de una gran inseguridad e insatisfacción (tan propias del tímido) y de un marcado sentimiento de  insuficiencia. Son individuos susceptibles e hiperestésicos frente a las críticas, quienes continuamente esculpen sobre su propia persona una ética cada vez más perfecta. Son los “escrupulosos morales” de Koch. Presentan una concepción pesimista de la vida y no resulta raro encontrarlos ensimismados, encerrados en los claustros.

Con este sentimiento de insuficiencia contrasta un íntimo deseo de potencia y una marcada obstinación. «De una parte blandura afectiva, debilidad y fácil vulnerabilidad, y de la otra, cierto amor propio y obstinado», así ha definido Kretschmer a los sensitivos.

Un rasgo capital que los distingue de los arrogantes es su incapacidad para descargar los afectos y la tendencia a reservarse para sí todo el tiempo posible las vivencias molestas. A veces esta tensión interna, que puede volverse insoportable, estalla violentísimamente en súbitas descargas. Sin embargo, lo más frecuente es que los sensitivos, incluso después de esto, prefieran retirarse del ambiente que consideran hostil. Estos individuos se encuentran, pues, más próximos al temperamento depresivo.

A los Psicópatas Paranoides que presentan un temple arrogante, se los llama combativos o agresivo-paranoides. Estos paranoides, quienes presentan un concepto excesivo de su propia persona, son incapaces de respetar los sentimientos de los demás; no soportan contradicciones ni críticas. El elevado sentimiento de su propia persona y su vehemente y constante lucha frente al medio que les resulta hostil, ha llevado a múltiples autores clásicos a pensar que estos individuos corresponderían a ciertas variedades de temperamento hipertímico o aún hipomaníaco.

Desarrollo Paranoico – Paranoia

Si a estas Personalidades Paranoides se les incrementan las circunstancias desfavorables y  una desconfianza morbosa hacia el ambiente aparece unida a una confianza patológica exagerada en las propias facultades, aparecerán ciertas ideas sobrevaloradas que podrán ser germen de algún delirio. A partir de una primera idea paranoica aislada se edificará un verdadero sistema delirante, que podrá ampliarse considerablemente, constituyéndose en un delirio sistematizado (systematisierter Wahn), en el que las ideas morbosas se agrupan alrededor de una idea supervalente. Generalmente existe un suceso que gatilla la evolución del delirio (vivencia superafectiva de Wernicke).

Afirma Bleuler que la Paranoia sería la respuesta patológica de un psicópata frente a determinadas circunstancias desfavorables. La Paranoia nace, pues, del desarrollo desfavorable de una disposición paranoide. Si dicha disposición paranoide era la sensitiva, se gestará, como se entiende, un paranoico sensitivo; un individuo que no buscará la querella, pero que quedará interiormente sumergido en un delirio cada vez más profundo. Dice Bumke que estos individuos las más de las veces curan antes de consultar a un médico. Por otro lado, admite la existencia de formas abortivas y plantea como posible, aunque rara, la culminación desfavorable en la forma de un delirio cuyo afecto se entibia y decolora paulatinamente. Finalmente, acepta el curso recidivante que puede adoptar el delirio sensitivo, el cual se encuentra íntimamente relacionado con las oscilaciones afectivas endógenas que se producen en el individuo a lo largo de su vida.

Si, en cambio, se despliega una disposición combativa o agresivo-paranoide, el individuo  embestirá contra el ambiente. Hablaremos, pues, de un paranoico combativo. Cuando la constitución de dicho individuo posee una fuerte impronta hipertímica o hipomaníaca, éste podrá desarrollar un delirio de los querellantes, litigantes o pleitistas.

Ahora bien, queda claro que el binomio desconfianza-arrogancia (Misstrauen-Arroganz), ha sufrido una profunda transformación: las ideas sobrevaloradas (die überwertigen Ideen) han jugado en esto un papel fundamental. A lo que antes denominábamos desconfianza, llamamos ahora delirio persecutorio. Y lo que antes se manifestaba como arrogancia, ahora  se despliega bajo la forma de un delirio de grandeza (Grössenwahn). Ambos delirios han quedado, entonces, enlazados en la Paranoia.

Podemos ver el retrato clínico del paranoico en el caso Wagner. En él, Gaupp realza la importancia de la significación personal mórbida4  (krankhafte Eigenbeziehung) como síntoma primario de esta entidad. Para Kretschmer,   Wagner había desarrollado un delirio sensitivo-paranoide a lo largo de los años. Sin embargo, luego aclara, para explicar los horrendos crímenes perpetrados por el maestro de escuela, que en el pecho de Wagner habían coexistido dos almas: la del sensitivo y la del combativo. Afirma: «La afección psíquica de Wagner representa clínicamente un delirio sensitivo-paranoide, que, por exceso de tensión afectiva, termina, finalmente, en una psicosis combativa.».

Parafrenia

Tal como afirma Leonhard, la «Paranoia Vera» es un delirio sistematizado, que puede devenir como evolución desfavorable de una psicopatía paranoide. Sin embargo, existen casos en que la producción de tal enfermedad es autónoma. En tales casos, se advierte una ruptura en la unidad histórico-significativa del individuo, un cambio biológico progresivo y completo operado en la íntima estructura de la personalidad, que se ve así paulatinamente transformada en algo enteramente nuevo y por demás extraño a su modo de ser anterior. Es la irrupción del «proceso», del que surgen ideas delirantes primarias, morbosas e irreductibles, que se edifican bajo la forma de un cuadro delirante crónico.

Kolle ha derribado la concepción kraepeliniana de la Paranoia, borrando sus límites con la esquizofrenia, al corroborar, a través de estudios catamnésicos, que la mayor parte de los paranoicos estudiados por Kraepelin, eran en realidad, parafrénicos.

La «Parafrenia» se compone de un delirio crónico inverosímil pero coherente, casi siempre con alucinaciones e ideas delirantes polimorfas, que evoluciona lentamente, con relativa conservación de la personalidad.

Los parafrénicos son, por lo general, individuos de constitución pícnica y temperamento hipomaníaco, hecho que llevó a Specht a pensar estos cuadros como trastornos afectivos en el sentido de la Psicosis Maníaco-Depresiva, estableciendo cierta relación con la Manía Crónica.

El paradigma de las Parafrenias: la Parafrenia Afectiva (Affektvolle Paraphrenie)

La Parafrenia Afectiva fue singularizada por Leonhard como una forma especial de esquizofrenia asistemática. Muchos de estos casos corresponden a las «Paranoias» y «Parafrenias Sistemáticas» de Kraepelin o a las «Psicosis Paranoides con ideas delirantes sistematizadas» de los autores franceses.

Se trata de una afección que manifiesta especial predilección por el sexo femenino. Tiene una marcada tendencia a comenzar más tardíamente que el resto de las esquizofrenias, presentándose no antes de los 25 años de edad, y generalmente entre los 30 y los 40. Esta demora en el florecimiento de la enfermedad se debería a la presencia, en estos pacientes, de personalidades de constitución pícnico-timopática más acentuada que en otros tipos de esquizofrenia, lo cual los haría apreciablemente más resistentes.

La «Parafrenia Afectiva» se caracteriza por la presencia de un psicosis de autorreferencia megalómana, irritable y hostil. Como resulta lógico de todo lo que hemos expuesto hasta ahora, las evidencias clínicas de esta Parafrenia se derivan de la exageración patológica de la díada desconfianza-arrogancia que mencionáramos al hablar de los psicópatas paranoides. Así tendremos, por un lado, la conformación de un delirio de persecución (Verfolgungswahn), derivado de la amplificada e irreductible desconfianza del enfermo; y por otro, la irrupción de ideas de grandeza (Grössenideen), nacidas de una arrogancia hipertrofiada en un Yo sobrevalorado. Se entiende al delirio de grandeza como contrapartida de las ideas de persecución y perjuicio: el enfermo supone ser un personaje significativo, pues sólo de esta manera logra una explicación (mórbida, claro está), de su persecución.

Además de las falsificaciones de los recuerdos (Erinnerungsfälschungen) ya descriptas por Wernicke5  y Kraepelin, suelen existir alucinaciones polimorfas en todos los campos sensoriales, aunque para Leonhard su ausencia no descarta el diagnóstico de la enfermedad, como luego veremos. Más importante resulta la presencia del característico afecto que le da el nombre a esta entidad. Mientras que en los demás grupos de esquizofrenias el afecto no se corresponde con el contenido del delirio (“persecuciones, acosos y apremios” de los más severos son tolerados con total indiferencia), en estos parafrénicos el afecto grava fuertemente las ideas delirantes, aún cuando éstas tomen un colorido fantástico. Esta particular forma de afecto había sido esbozado por Specht en su «Afecto Patológico» de la Paranoia y por  Störring en su «Afecto Delirante»; pero Leonhard es quien mejor define el concepto bajo el término de «Afecto Paranoide» arriba enunciado.

De mirada suspicaz, porte paranoide y genio irascible, estos enfermos se muestran por demás altaneros y despreciativos, irónicos en sus chistes y difíciles en su trato. Sumamente desconfiados, han perdido el menor resquicio de serenidad, y se han transformado en individuos que practican el arte de la denuncia y  que declaran ser espiados, por ejemplo, a través de micrófonos y cámaras con las que extraños y vecinos los persiguen y vulneran su intimidad. Ante la más mínima contradicción a su discurso, se produce un incremento del afecto y rápidamente responden, irritados, con la amenaza. Se ve, pues, que su Yo Social (Gemeinschafts-Ich) se encuentra gravemente perturbado.

Las formas iniciales de la Parafrenia Afectiva ya habían sido delineadas por Kleist en su «Psicosis Progresiva de Referencia» (Progressive Eigenbeziehungspsychose). Este término da clara cuenta del comienzo insidioso de este proceso (aún sin cambios esquizofrénicos profundos), y pone de relieve el grado de confusión que puede generar esta entidad a la hora de realizar un certero diagnóstico precoz.

Al igual que en la Paranoia -con la que se encuentra íntimamente emparentada a través del comportamiento de la afectividad-, en la Parafrenia también existe una relativa conservación de las funciones psíquicas, aunque con el transcurso de la enfermedad la sistematización inicial del delirio vaya diluyéndose. En su mayor parte, estos pacientes presentan una adecuada capacidad de trabajo, conservan su status cultural y mantienen sus rendimientos pragmáticos durante más tiempo que el resto de los esquizofrénicos.

Astrup ha logrado mostrar, en sus estudios, que los parafrénicos presentan personalidades premorbosas autoritarias y sensibles6  en vez del clásico sello esquizoide presente en las demás formas de esquizofrenia. Asimismo, presentan oscilaciones afectivas endógenas que son cimiento para la ideación delirante.

El “trema” de este tipo de pacientes se erige sobre la angustia, la desconfianza, la incertidumbre, y cierta tensión interna. Casi la mitad de los enfermos sufren de síntomas depresivos, cifra notablemente más frecuente que en la población esquizofrénica restante. Lo mismo vale para la inestabilidad afectiva. En cambio, la transformación de la personalidad y el aplanamiento afectivo, ampliamente presentes en las esquizofrenias sistemáticas, resultan poco significativos al inicio de la sintomatología. Leonhard observó que existen muchos casos de pacientes que no presentan alucinaciones al inicio de su enfermedad. En tales casos, los síntomas psicóticos se encuentran, desde el comienzo, centrados en derredor de las ideas delirantes con carga afectiva.

La enfermedad tiene un curso progresivo. Si bien en muchos casos existen remisiones notables, la enfermedad mantiene un devenir crónico. Con los años, puede producirse un «encapsulamiento» de las ideas psicóticas; la respuesta afectiva frente a las contradicciones se vuelve cada vez más blanda y palidece paulatinamente, convirtiendo al argumento del delirio en un contenido delirante sin forma afectiva que lo contenga.

De todas maneras, la parafrenia con carga afectiva no presenta un curso deletéreo o catastrófico (esquizocaria de Mauz), tal como el que muestran otros procesos morbosos: la Hebefrenia, la Catatonía y la Demencia Precoz.

Leonhard propone para la Parafrenia Afectiva un modo de herencia mendeliana autosómico recesivo, con una elevada tasa de hermanos afectados (13,3 %) y una pequeña frecuencia de padres psicóticos (2,2 %). Se puede apreciar que la tasa de hermanos afectados se encuentra por debajo de los esperados 25 %, característicos del modo recesivo. Se puede concluir, entonces, que en la Parafrenia Afectiva estaría involucrado un gen principal recesivo con control poligénico.

 

Delimitación. Existen múltiples cuadros que pueden remedar la pintura clínica de una Parafrenia Afectiva:

·      Manía delirante crónica: con la que se confunde tras la irrupción de la megalomanía en el cuadro clínico de los enfermos. Los parafrénicos con carga afectiva sufren un mayor deterioro de la personalidad que los maníacos. Además, luego de una descompensación, los parafrénicos suelen quedar en un estado de “tensión interna” constante.

·      Psicosis de Angustia-Felicidad: en la Parafrenia Afectiva, las alucinaciones e ideas delirantes no derivan enteramente de la angustia o el éxtasis, sino que son desde un principio ilógicas. Lo mismo vale para las sensaciones corporales anormales.

·      Parafrenia Fantástica: aquí la formación delirante no es principalmente persecutoria, y no presenta una importante impronta afectiva.

·      Parafrenia Expansiva: en ésta, los pacientes se tornan monótonos, y en caso de mostrarse como «personas destacadas», siempre hacen gala del mismo discurso.

·      Brote esquizofrénico: los diferentes tipos de esquizofrenias pueden atravesar por períodos alucinatorio-paranoides similares a la Parafrenia Afectiva.

·      Oligofrenia con temperamento hipertímico o histérico.

·      Reacciones pleitistas: son manifestaciones paranoicas desencadenadas por causas psicológicas u orgánicas (ejemplo: intoxicaciones alcohólicas, traumatismos, etcétera). Son pasajeras y no sobrevienen siempre sobre un “fondo” de temperamento paranoide.

 

En cuanto al tratamiento de la Parafrenia Afectiva, éste consiste en la administración de dosis elevadas de neurolépticos, los cuales se muestran muy eficaces en reducir la carga afectiva de las ideas delirantes, pero que deben emplearse durante largo tiempo para obtener una mejoría duradera.

 

Discusión del caso y conclusiones

De la exposición teórica recientemente formulada, queda en evidencia que la paciente K presentaba una personalidad premórbida de tipo paranoide, la cual colisionó a temprana edad, y de manera desafortunada, con el conflictivo ambiente en el que nuestro país se encontraba sumido previo a la instauración de la democracia. Vemos, pues, que en un primer momento la paciente desarrolló un delirio psicológicamente comprensible, dado los abusos de autoridad de que había sido objeto.

Sin embargo, fue en el año 1995, a los 38 años de edad, cuando a través de un delirio que había perdido todo atisbo de “comprensibilidad”, y a una marcada productividad psicótica, se produce el quiebre en el acontecer histórico-vital de K. Es en este momento cuando la paciente cruza la barrera del desarrollo para caer al abismo procesual de la esquizofrenia, en este caso bajo la forma de una parafrenia con ideas persecutorias gravadas por una fuerte carga afectiva (Parafrenia Afectiva de Leonhard).

El estudio del espectro de cuadros paranoides presentes en la clínica psiquiátrica resulta una tarea compleja, aunque francamente fascinante. Los distintos pensadores alemanes, y aún los que sin tener origen germano adhirieron a algunas de sus escuelas, nos muestran una perspectiva ampliamente descriptiva de los diferentes estadios por los que un individuo genéticamente susceptible puede atravesar al toparse con un medio ambiente que es vivido por él como hostil. Sin embargo, quedan planteados numerosos interrogantes acerca de cómo un cierto tipo de personalidad puede desplegarse en un determinado sentido, y cuál es el fenómeno psicobiológico que finalmente condiciona la aparición de un cuadro francamente esquizofrénico.

 

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Notas al pie:

1 Médico. Residente 2º año Psiquiatría. Hospital Neuropsiquiátrico Braulio A. Moyano. Ayudante no rentado de la Cátedra de Farmacología, Universidad del Salvador. Correo electrónico: federicorebok@yahoo.co.uk

2 Quien luego describiría a K como una «joven difícil».

3 Altamente renuente a especificar de qué manera.

4 La cual había sido definida por Neisser durante el dictado de una conferencia en Breslau bajo dicho título.

5 Para los “estados paranoicos” por el enunciados.

6 Más autoritarias y menos sensibles.

 

 

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