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Año XIV, vol 11, N°4, Octubre de 2004

 

Sobre la significación morfológica del cerebro1

Juan Carlos Goldar

Una de las frases que más se han utilizado en la historia del pensamiento occidental, junto con “pienso luego existo” y otras por el estilo, es una que utiliza Kant en la Crítica de la Razón Pura. Durante esta conferencia yo voy a trazar un puente demasiado largo, no sé si voy a poder atravesarlo. Voy a tratar, parafraseando a Kant, de demostrar que, en la construcción de la conducta humana, los ganglios de la base del cerebro son la forma y la corteza cerebral es la materia.

La frase de Kant es la siguiente (está en la primera parte de Lógica Trascendental o sea en la primera sección de la segunda parte de Crítica de la Razón Pura, y es una frase que ha sido parafraseada muchísimo por distintos pensadores, tanto filósofos como biólogos), la frase dice: “los pensamientos sin contenido, están vacíos; las intuiciones sin conceptos están ciegas”.

Yo intentaré probar en esta conferencia, en este puente demasiado largo, que en la construcción de la conducta humana los ganglios basales del cerebro son la forma que se carga con la materia que procede de la corteza cerebral. Y las formas de la motilidad están en los ganglios basales porque la materia de la motilidad proviene de la corteza cerebral. Casi podríamos decir, parafraseando a Kant: “los ganglios de la base sin corteza cerebral están vacíos; la corteza cerebral sin los ganglios de la base está ciega”. Esta será la frase que me guiará en los minutos que siguen.

Para realizar esta tarea es necesario hacer un estudio de la morfología cerebral. Vamos a tratar de hacer lo siguiente: vamos a partir de la estructura más simple de la médula espinal y ver cómo esa estructura se repite en el cerebro. Así como la médula tiene su lado sensorial y su lado motor, el cerebro tiene su lado sensorial y su lado motor, no en los lugares habituales donde se enseñan, sino no daría esta conferencia. Vamos a ir desde la médula espinal hasta el cerebro para demostrar cómo el cerebro en el fondo es tan simple como la médula espinal. Que la complejidad del cerebro desde el punto de vista morfológico puede trazarse a través de una homología hasta la estructura de la médula espinal. Entonces, si, nuevamente al final, volveremos a la frase de Kant y trataremos de ver las dos grandes formas de pensamiento que existen: el pensamiento sensorial y el pensamiento motor, dos cosas completamente olvidadas. Desde que los ingleses invadieron la psicología todo se reduce al mundo sensorial y lo motor quedó afuera. Parece increíble verlo al viejo Kant peleando contra las ideas británicas teniendo en la cabeza no otra cosa que el pensamiento británico -se parece a Napoleón, que peleaba contra los ingleses en nombre de ideas parlamentarias británicas.

Vamos a comenzar.

Bueno, ahí tienen ustedes un corte de un embrión humano por la médula, se está formando el tubo neural con su luz, ahí están los somitas diferenciándose, ‘dermatoma’, el ‘esclerotoma’, ahí está la aorta dorsal, los futuros riñones y el aparato genital, el mesentéreo, miembro superior, el tubo neural. Esto es una sección por la médula de un embrión.

Y acá comienza la historia. Este es un embrión más adelantado, sexta semana de embarazo más o menos. Observen ustedes, de vuelta el tubo, los ganglios... Vean ustedes la parte anterior, la placa basal está más desarrollada que la placa alar, es decir, en el sistema nervioso siempre asistimos al mismo fenómeno: lo motor, el asta anterior, se desarrolla antes que lo sensorial. Mi tesis en base a la paráfrasis de la introducción kantiana a la Lógica Trascendental, la tesis que voy a desarrollar aquí, hoy, es que lo mismo ocurre en el cerebro: primero madura lo motor, instala la forma, luego madura lo sensorial y produce la materia que llenará esa forma. Hablo de materia y de forma, ustedes dirán esto no es kantiano sino aristotélico. Efectivamente, en nuestra civilización, en occidente, Kant corresponde a Aristóteles. Kant es nuestro Aristóteles. Cómo es posible que un filósofo casi dos mil años después vuelva a utilizar la palabra aristotélica “categoría”. O sea, lo que guía mi exposición hoy es la línea aristotélica – kantiana, una línea totalmente ignorada en todos los tratados de historia de la filosofía.

Esto que vemos aquí, el desarrollo precoz de lo motor y el desarrollo lento de lo sensorial, fíjense que enorme bulto se ha formado ahí adelante y qué delgado atrás, es lo mismo que se observa en el cerebro.

Vamos a examinar un corte de un embrión humano de treinta y ocho o cuarenta días, el corte pasa por donde está la línea, ahí esta la vesícula telencefálica, el cerebro que recién acaba de salir, la nariz, el ojo, el arco mandibular, el primer y segundo arco branquial, el oído, la boca, el corte pasa por acá. Ustedes van a ver adelante la vesícula telencefálica y atrás la médula, porque el sistema nervioso corre en este sentido, van a ver cómo lo que ocurre en la médula está ocurriendo en el comienzo de la eminencia de las vesículas cerebrales, del cerebro hemisférico. El cerebro del hemisferio es el ‘telencéfalo’, es el cerebro anterior en sentido estricto, el cerebro ‘terminal’, el ‘telos’. Vamos a ver un corte que pase por esa línea y van a ver el momento en que las vesículas cerebrales salen de la línea media y comienzan su expansión hacia fuera. Deben tener tres días de expansión y sin embargo fíjense que ya empezó.

Ahí tienen ustedes. El corte que les mostré antes, acá la boca, acá el oído externo, primer arco, segundo arco, apófisis maxilar, ahí está el piso del cerebro y el techo de la boca, juntos, y ahí están saliendo las vesículas cerebrales que habrán comenzado a salir cuarenta y ocho horas antes para que tengan esa dimensión, muy velozmente, dos días más adelante, ya comienzan a colgar como hemisferio. Si así de rápida fue la producción, si así de rápida fue la salida del encéfalo a lo largo de la historia natural, debemos considerar que la explosión del cerebro ocurrió en un tiempo menor que un millón de años, lo cual en la escala zoológica es prácticamente un pestañeo, casi una mutación. Pero lo más notable es esto, observen ustedes, esta es la parte dorsal nuevamente y esta es la parte ventral, fíjense como hay un abultamiento ya ahí, a ese abultamiento los viejos embriólogos alemanes lo llamaban la ‘eminencia ganglionar’. Entre los que estudian la embriología del cerebro está prohibido decir que el cerebro tiene las mismas partes que la médula, o sea que hay una placa basal motora y una placa alar sensorial, está prohibido, no se por qué, está prohibido, especialmente desde el artículo de Kingsbury. La gente es al respecto muy conservadora, se deja llevar más por las opiniones de las revistas norteamericanas (incluso desde hace sesenta años a esta parte) que por lo que se ve al microscopio. Yo les debo confesar que estoy totalmente convencido que el cerebro y la médula siguen el mismo camino y voy a tratar de probarlo. Observen ustedes, la parte ventral comienza a expanderse antes que la parte dorsal, nuevamente asistimos en el cerebro a lo mismo que en la médula, lo bajo, lo basal se desarrolla con más velocidad que lo alto, que lo dorsal, que lo alar. No importa si esto es exactamente una ‘placa basal’ o si esto es una ‘placa alar’, en el fondo qué importa si es o no es si se comporta de la misma manera. No sé si es homólogo o no es homólogo pero es análogo, trabaja de la misma manera.

Observen ustedes. Este es un corte, ya mucho más evolucionado, de un embrión de oveja. De vuelta el mismo espectáculo, lo que está abajo, lo ventral, desarrollado enormemente, otra vez las montañas, la montaña externa, la montaña interna, la montaña interna, la montaña externa, arriba nada. Siempre lo ventral, lo motor es más rápido que lo superior, que lo sensorial. Otra vez la ‘eminencia ganglionar’. Esto se ve en todos los embriones. Cuán rápido crece lo de abajo como si fuese una ‘placa basal’ y acaso es una ‘placa basal’ aunque los sabios digan que no, acaso es una ‘placa basal’. Voy a hacer un pequeño paréntesis: ellos dicen que no es una ‘placa basal’ porque los surcos limitantes que separan un ‘mundo’ de otro no se extienden hacia el cerebro. Con el tiempo he llegado a ver que los surcos poco importan, que lo que importa es la histología, y con respecto a la histología ellos dicen que no se puede decir eso porque la placa más inferior de todas, la que forma el verdadero piso, no se extiende más allá que la “fovea del istmo” que está en la base del cerebro; en realidad, con mucha paciencia y con una lupa de poco aumento uno ve que la placa sigue y el mismo quiasma óptico adelante es la placa que ellos niegan. Pero bueno, como este tema no se discute más y no le interesa más a nadie, ha quedado como una cuestión del pasado, las cuestiones a veces mueren. Cajal decía “no hay cuestiones agotadas sino hombres agotados con las cuestiones”. Hay cuestiones agotadas, hay cuestiones que ya no se preguntan más.

Yo voy a repasar ahora brevemente los distintos tipos en que se nos presenta el cerebro a lo largo de la escala. Muy brevemente lo voy a hacer para introducir un concepto esencial en la conferencia que estoy dando. Este es el cerebro de un gimnofión, de un anfibio sin miembros, ápodo, que vive en galerías subterráneas. Lo he elegido porque es el cerebro más simple que existe en toda la naturaleza. Fíjense: todas las células están cubriendo las paredes de los ventrículos. No hay células afuera, no hay corteza, ni por asomo hay corteza, todo está en posición subcortical al lado de los ventrículos. Este es el cerebro más simple que yo he encontrado, es un gimnofión, es un anfibio ápodo, pero en realidad si ustedes ven un anfibio común, un sapo, o un anfibio con cola como una salamandra, vuelve a tener lo mismo, el anfibio tiene una estructura muy básica.

Comparemos en cambio con esto, este es el corte sagital del cerebro de una raya de Mar del Plata, de un pez cartilaginoso, observen no sólo alrededor del ventrículo sino en todo el hemisferio hay células pero se ha condensado una capa en la periferia, se ha formado una especie de corteza. Sin embargo no es una corteza, observen ustedes, es una corteza pero está ligada a lo que no es corteza. Estas cortezas, estos elementos corticoides que no están separados sino ligados al fondo son lo que se denomina el ‘semicortex’. Este es el concepto que quiero yo meterles en la cabeza ahora, el ‘semicortex’. Nosotros tenemos en el cerebro no sólo una corteza sino una semicorteza. Y llamamos semicorteza a la superficie del cerebro que está en contacto con los elementos profundos del cerebro. Les advierto a ustedes que nuestras semicortezas son estructuras vitales. Uno puede perder la corteza y tal vez no se muere. Se pierden las semicortezas e inexorablemente aparece la muerte. En la catatonía mortal las células están pulverizadas donde están las semicortezas. Por esto que les pido que presten atención a lo que voy diciendo.

Este es un cerebro de un reptil, este es un yacaré. Todas estas fotos, advierto, no son mías, pertenecen al laboratorio donde trabajo y han sido realizadas, y por eso las presento con tanto cariño, por el Profesor Cristofredo Jakob que ha sido el fundador de nuestra escuela, estas son fotos del viejo Jakob. Yo podría traer mis dibujos pero quiero rendir un homenaje al viejo y traer acá sus fotos, sus fotos originales todavía tienen la tinta china con la que él solía poner los nombres en el material. Este es el yacaré. Observen ustedes, de vuelta en la base un semicortex en contacto con las estructuras profundas; pero cómo han aparecido ya cortezas en cierto modo independientes. Fíjense el hipocampo aquí, el arquicortex, está sola casi, está alejada del ventrículo, ya es una corteza, ya el reptil tiene una corteza; observen la corteza olfatoria, el paleocortex, está alejada del ventrículo y alejada de esta masa. En cambio aquí donde tiene que estar el neocortex, que es toda nuestra corteza (con la cual nosotros decimos habitualmente que pensamos), todavía está ligada a lo profundo. Qué notable, este animal tiene su ‘primordium’ del neocortex, esto se ha de expandir en los próximos millones de años y formará nuestro neocortex, pero está ligado todavía a la profundidad o sea un neocortex con la forma de un semicortex. Notable. Nuestro órgano del pensamiento, como le decimos, la corteza cerebral, porque para mí es la materia que interviene en la construcción de la conducta -como veremos luego- en su momento fue un semicortex. Quizá estos animales necesitan de esas semicortezas altas para seguir viviendo. En nosotros lo vital, lo que nos mantiene vivos, se protege, se oculta. Nosotros tenemos las pequeñas semicortezas ocultas en la base del cerebro. Los animales tienen sus semicortezas distribuidas todavía por arriba pero protegidas por un cráneo poderoso, y me imagino a un animal del silúrico o del devónico, un viejo animal de trescientos o cuatrocientos millones de años atrás, debía tener toda su corteza que lo mantenía vivo, toda su semicorteza, arriba con un enorme caparazón, los ostracodermos, nos sorprendemos de ver en los libros de zoología esos peces con esas enormes corazas, típicas de la primera fase del paleozoico. Para entender eso hay que entender que el cerebro era vital. Un ser humano puede tener un infarto que le vuele todo el parietal y el temporal y no le hace nada, sigue vivo. Pero ese animal no toleraba que se le destruya la semicorteza que todavía tenía distribuida por arriba. De ahí el escudo, de ahí esos monstruos ostracodermos que tan hermosamente están ilustrados en todos los textos de paleontología.

Esta es una oveja, fíjense como se ha desarrollado la montaña basal, de acá saldrá el cuerpo estriado, ya está ahí el cuerpo estriado, ya están ahí los ganglios de la base, ahí están las semicortezas armándose, y aquí comienza la placa cortical, fíjense, ahí se está formando la corteza. Pero fíjense si no tenemos razón los que pensamos que el cerebro se comporta igual que la médula, fíjense que enorme es la corteza ahí, qué gruesa que es, y en la medida que nos vamos a lo dorsal, hacia lo que tarda, hacia lo que aparece lentamente, se va debilitando, se debilita, se debilita y finalmente se pierde, no es capaz de llegar a la cara interna, sólo un mes después llegará a la cara interna. Fíjense ustedes, abajo el semicortex. La corteza va subiendo lentamente, todo lo que ocurre arriba, en lo dorsal, en lo sensorial, ocurre lentamente, fíjense como ha tardado para llegar, va subiendo despacio, esa punta que va subiendo es el hipocampo, está acá en el medio, tarda en llegar, tarda en llegar. No conocemos el cerebro de los animales cuyos cráneos podemos ver, pero estoy seguro que en algún pez del paleozoico inicial la disposición debía ser más o menos esta, el hipocampo, el ‘asta de Amón’, nuestro aparato para formar la memoria, en estos animales debía estar afuera, y formar la memoria es vital, y estaba protegido, véase el ostracodermo, nadie ha visto jamás el cerebro de un ostracodermo, vemos el escudo pero el misterio se lo ha llevado la eternidad.

Vamos a ver un semicortex en los parientes nuestros, en los mamíferos no primates. Observen ustedes, esto es muy espectacular, este es el corte de un cerebro de una mulita, de un armadillo de nuestra fauna, fíjense que notable, abajo el semicortex, este es el primer tubérculo olfatorio, esencial este órgano para la vida, y en su bolso el cuerpo estriado, el cuerpo estriado está embolsado por el semicortex del tubérculo olfatorio. Esto es lo basal, este es el mundo motor, ahí está la motilidad. Cuando todo esto se pierde todos los actos se pierden, todas las formas motoras se pierden, pero se pierde también la forma de respirar que es el acto motor fundamental. Entre los médicos todavía no nos hemos dado cuenta que el coma y la muerte después del coma es una supresión de la conducta. Primero se suprimen conductas más intelectuales como escribir o pintar, luego se suprimen conductas cada vez más vegetativas hasta suprimirse la respiración que es la conducta primordial; estas son zonas estrechamente ligadas a esos rendimientos básicos, si ustedes estimulan esto en un animal lo primero que observan es un rápido cambio en la respiración, la respiración se detiene inmediatamente o se acelera o el corazón entra en taquicardia o en bradicardia o cambia el ritmo intestinal, todo es vital, y si siguen estimulando el animal se muere. A estas zonas no hay que tocarlas, los viejos neurocirujanos sabían que cuando operaban cerca de estas zonas el paciente moría, un aneurisma que estalla cerca de un semicortex mata porque estalla cerca de un semicotex no porque es un aneurisma. En cambio en lo dorsal el cortex cerebral, en pleno despliegue. El semicortex, el ‘cortex semiparietinus’ como le llamaba Maximilian Rose, casi una pared pero todavía ligado a las regiones profundas, fíjense, los ganglios basales están envueltos por el semicortex; en cambio arriba, el cortex típico, como le llamaba Rose ‘totoparietinus’, ‘totocortex’, es una corteza libre, en libertad, no está ligado a nada profundo; abajo, en cambio, el semicortex está tapizando los ganglios basales, los ganglios de la vida.

No sólo el semicortex cubre los ganglios basales del putamen, del caudado, que todos conocemos como sistema extrapiramidal, sino también hay un semicortex (esta es una comadreja) que cubre la amígdala, fíjense la enorme amígdala de este animal cubierta por un semicortex, y ya saliendo libre la corteza. Ahí está el ‘núcleo medial’ y el ‘núcleo cortical’ de la amígdala, cubriendo, formando el semicortex de este otro ganglio basal que es la amígdala. Hace treinta años, cuando yo en un congreso mundial hablaba de amígdalas, era un ser que cometía una herejía, quién podía hablar de amígdala en la psiquiatría, nadie. Hoy hasta los visitadores médicos reparten prospectos donde está dibujada una amígdala. La amígdala es un ganglio basal, idéntico al cuerpo estriado, es igual que él, deriva de un ganglio, está en la base, está cubierta por un semicortex, tal vez no sea esencial ella para la vida pero el semicortex que la cubre sí. Muchas muertes misteriosas son por lesiones en las regiones semicorticales. Señores, yo ya pase los sesenta años y puedo decir algo con cierta vanidad: durante quince años hice autopsias de cerebro al lado de un sabio incomparable, que es el Profesor Diego Outes, todo lo aprendí con él, en la soledad del viejo laboratorio del Borda veíamos cosas que nos guardábamos para nosotros, hoy se las puedo decir a ustedes. Las lesiones semicorticales son fatales. Los enfermos mentales que mueren de catatonía aguda en los servicios de Clínica Médica de los manicomios presentan lesiones gravísimas en estas zonas. Una alemana que se llamaba Karina Butlar Brentano se puso a estudiar con el método de Nissl estos semicortex, y en todos los casos de muerte por catatonía, que es la muerte psiquiátrica aparte del suicidio, estaban destruidas estas regiones semicorticales. Estas regiones forman la base que equivale al ‘asta anterior’ de la médula y que son derivados de la placa basal.

Bueno, aquí ven ustedes un corte de cerebro humano, seré muy breve con esto, no quiero aburrir, ahí tienen el semicortex en el hombre, el tubérculo olfatorio y el cuerpo estriado. Arriba la corteza.

Este corte es dos milímetros más atrás, otro semicortex, el de la ‘bandeleta diagonal’, el ‘semicortex diagonalis’ de Rose ¡ Dios Santo tener un infarto ahí!, no se aguanta! Los neurólogos dicen “ha muerto de una hemorragia en la zona del estriado” Si la hemorragia destruyera esto no pasa nada, de hecho hay hemorragias del putamen y no pasa nada, pero si hay hemorragias en el semicortex no hay vida, nadie sigue vivo; los actos más fundamentales de la vida desaparecen, el metabolismo desaparece. Ustedes tienen la vista puesta en el hipotálamo como el maestro que rige todo, el hipotálamo es un primer ministro, pero el presidente es el semicortex. Cuando uno lee lo que tantos ingleses, franceses y alemanes han hecho estimulando la semicorteza, se sorprende que no se diga que el cerebro de la vida es el semicortex, el que contiene los actos más fundamentales, desde los más simples hasta los más elevados; contiene la forma del acto.

Observen ustedes, ahí está el cuerpo estriado, el semicortex y esta diferencia que quiero que ustedes entiendan: este es el ‘globo pálido’, este ‘pálido’ es el pálido externo, corresponde al telencéfalo, y este es el ‘pálido’ interno que corresponde al diencéfalo. Esta zona, el pálido externo, es acaso una de las zonas menos exploradas del cerebro porque está tan en contacto con otras cosas que están al lado que nadie llega por eso a pensar lo que significa.

Hago un comentario y terminan las diapositivas. Ahí están el cuerpo estriado, el putamen, el caudado, el pálido externo que pertenece al telencéfalo -al hemisferio-, el pálido interno, los campos de Forel, el tálamo, ya estamos en el diencéfalo; a nosotros aquí nos interesa el telencéfalo, la corteza, que proviene de la placa más alta, dorsal, de la placa que vuela, de la placa alar, igual que en la médula; el cuerpo estriado, el núcleo caudado y el putamen que vienen de la placa inferior’ y el pálido externo; estas tres cosas nos interesan: pálido externo, cuerpo estriado, cortex. Cuál es la tesis que yo tengo, que represento aquí? En una conferencia debe haber alguna idea de uno, por supuesto que esta idea la tengo en la cabeza hace veinticinco años, pero bueno! Mi tesis es la siguiente: la corteza cerebral, que viene de la placa alar, es en esencia sensorial, produce fenómenos motores, obviamente, ahí están las áreas motoras, pero son movimientos, los movimientos son acciones ajustadas a las dimensiones de los fenómenos sensoriales. No es lo mismo un movimiento para agarrar un lápiz que para agarrar una goma, tienen que ver con magnitudes, los movimientos tienen que ver con magnitudes, las magnitudes de los fenómenos sensoriales. Los movimientos tienen que agruparse en sistemas. Yo puedo escribir parado o puedo escribir sentado, si escribo parado tengo que extender la cabeza, tengo que elevar el brazo y tengo que estirar los miembros inferiores, si escribo sentado tengo que flexionar el brazo, flexionar la cabeza y flexionar los miembros inferiores, estar parado con el brazo extendido y la cabeza alta escribiendo en un pizarrón es un mundo opuesto al estar sentado flexionado con el cuaderno debajo de los ojos y no con el pizarrón encima de los ojos. Hay una ley que fue descubierta por Sherrington que se llama “la ley de la inhibición recíproca de los antagonistas”. Cuando se hace una cosa no se hace la otra, hay una reciprocidad, también se llama “ley de la inervación recíproca”. Si extiendo no flexiono y si flexiono no extiendo. Cuando yo escribo parado tengo que juntar el extender el brazo hacia arriba, el extender la cabeza y el extender los miembros inferiores, cuando escribo sentado tengo que juntar en un mismo paquete, antagónico al primero, el flexionar la cabeza, el flexionar el miembro superior y el flexionar el miembro inferior; eso no lo hace la corteza, no tiene capacidad para hacerlo, nadie estimulando la corteza ha generado una postura de ese calibre, han generado movimientos pero no posturas; lo que forma la postura es el cuerpo estriado. Si se enferma el cuerpo estriado se pierde la postura, la pérdida de postura es la ‘atetosis’ que quiere decir “sin postura”. Uno de los más grandes estudiosos del sistema extrapiramidal, del cuerpo estriado, ha sido el alemán Rolf Hassler. En 1955 tiene la siguiente frase, dice Hassler “la ley de la inervación recíproca está abolida en la atetosis”, efectivamente, cuando ustedes ven una atetosis grave por lesión del cuerpo estriado, un ‘status marmóreo’, por ejemplo, por anoxia perinatal, el enfermo quiere extender el brazo y al mismo tiempo lo quiere contraer, quiere extender la cabeza y a la vez contraer, todo ocurre a la vez, la inervación recíproca está abolida. La corteza construye el movimiento, el cuerpo estriado construye posturas. Las posturas son sistemas de movimientos.

Ahora bien, escribir, pintar, dibujar, dormir, copular, comer se pueden hacer en distintas posturas y con distintos movimientos pero no dependen de la corteza ni del cuerpo estriado, dependen del pálido. Los esquizofrénicos tienen lesiones en el pálido, sobre todo en el pálido externo. El viejo Kleist siempre señalaba “cuidado, en el pálido de los esquizofrénicos hay pérdida de células”. Cuando uno ha pasado años viendo cerebros de esquizofrénicos, en los años que yo pasé junto a Diego Outes, todos los días, y junto a la Doctora Isabel Benítez, que está aquí presente, quince años cortando cerebros de esquizofrénicos: pálidos chicos, pálidos chicos, pálidos chicos, la reducción del volumen del pálido. Ahora se ha oficializado el concepto gracias a Dios. Nosotros no tenemos acceso a esas revistas monumentales, nosotros somos gente de acá, del arrabal del mundo, pero ahora hablan de que el pálido externo es chico, todo llega, como decían los muchachos del barrio “hasta el más gil al final se aviva”. El pálido está más chico, sobre todo en los esquizofrénicos apáticos se pierden los actos. Cuando se produce una lesión bilateral del pálido la forma del acto es la que se pierde, no se pierde el movimiento, no se pierde la postura, no hay apraxia, no hay atetosis, el paciente no tiene ninguna intención, no quiere hacer nada, últimamente se le está llamando pérdida del ‘elan vital’ (término introducido por Laplane para utilizar en la neurología el término de Bergson, el elan vital). Una vez fuimos con Marcelo Bertier a ver un paciente con una lesión bilateral del pálido, me quedé impresionado, nunca imaginé que podía ser así. El paciente estaba sentado en una silla, el primer aspecto parecía el de un depresivo grave pero mirándolo atentamente tenía sus buenas respuestas motoras, sus movimientos estaban intactos, su postura no era una postura vencida, su cara no estaba marchita, su piel no estaba seca, no tenía escamas, no tenía taquicardia, no era un depresivo bajo ningún punto de vista, era un hombre sin ningún interés. La resonancia magnética mostró una destrucción bilateral de ambos pálidos. Porque ahí, en la profundidad, en el telencéfalo más profundo, en el telencéfalo que viene de la vecindad del semicortex, está la intención, que es la forma, y a la forma hay que darle materia. Y la forma de escribir puede tener muchas materias, puedo escribir parado, puedo escribir sentado, puedo escribir con un ‘grafiti’, puedo escribir a máquina, puedo escribir con una computadora, puedo escribir en alemán, puedo escribir en francés, pero en esencia siempre escribo. Esto es la categoría. La categoría es lo que no tiene determinación, como dice Kant lo que es “en general”, lo que vale para todos los casos particulares y determinados. Tendría que usar la palabra “abstracto”, el acto de escribir abstracto, no determinado, no concreto.

Por eso es que pienso yo que debemos seguir una vieja idea de la filosofía nacida en Goethe, en Nietzsche y que culmina en Spengler, que es la idea de dos pensamientos, el pensamiento sensorial que es el pensamiento de la corteza, y el pensamiento motor que es el pensamiento del mundo semicortical, profundo, basal. Quiero decirles que para todo esto existen términos de la neurobiología hoy olvidados. La región alta, donde está la corteza, donde se construyen los movimientos, donde están los fenómenos sensoriales, es el ‘episferium’ de Edinger, y la región profunda donde están los ganglios basales, la verdadera forma, la categoría indeterminada, abstracta de la motilidad es el ‘hiposferium’ de Edinger. Estoy seguro que es de todo punto de vista correcto decir que hay dos modos de pensamiento, un pensamiento de magnitud, un pensamiento sensorial, un pensamiento sistemático, un pensamiento de figuras, un pensamiento de dimensiones, que es un pensamiento ‘episférico’, y un pensamiento de la acción, un pensamiento práxico, es un pensamiento ‘hiposférico’; tal vez lo que yo digo resulta demasiado raro, pero quiero concluir esto, que es nada más que una introducción a esta cuestión, es una conferencia absolutamente propedéutica, con las palabras de uno de los defensores de esta línea que nace en Goethe. Spengler tiene un trabajo que se llama “El advenimiento del hombre”, es un artículo que resume un libro que iba a escribir después de haber escrito su “Decadencia”. Fíjense esta claridad y recuerden todo lo que les dije, lo sensorial y lo motor, él le llama el ojo y la mano. Dice este gran filósofo: “al pensar de los ojos, a la visión aguda del animal rapaz, se añade el pensar de la mano; del primero, del pensamiento del ojo, viene la teoría, la contemplación, la sabiduría; del segundo viene la práctica, la acción , el saber que hacer en una situación, la verdadera inteligencia. El ojo pregunta por causa y efecto, la mano pregunta por el fin, por la meta. Las causas del ojo son verdades, las metas de la mano son hechos. Del ojo -del pensamiento sensorial- viene el hombre de la verdad, científico, filósofo, sacerdote. Del pensamiento de la mano -del pensamiento motor- viene el hombre del hecho, comerciante, inventor, artista, conductor político”. Nada más.

Notas al Pie:

10º Congreso Internacional de Psiquiatría, 2003.  Conferencia inaugural

 

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