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Cartas a los directores:
Últimamente se escucha cada vez con más fuerza el rumor del cierre de los hospitales psiquiátricos.
Según quienes avalan esta postura no son necesarios. Sencillamente no son necesarios. Nos gustaría que esos funcionarios explicasen por qué, para qué y cuáles son las bases de tamaña decisión.
Surgen varias preguntas que solo pueden pasar por alto los incautos. ¿Por qué insisten en ignorar las necesidades de la salud mental de la población? ¿Para que serán utilizados los predios de los hospitales? ¿Qué sucederá con las internadas?
Permítannos aclarar e informar si fuera necesario a esos funcionarios que un hospital psiquiátrico es mucho más que edificios desgastados repletos de pacientes con más patología social que psiquiátrica.
Un hospital psiquiátrico es consultorios externos, hospital de día, hospital de noche, servicio de guardia, servicio de emergencias, de corto, mediano y largo plazo. Un hospital es docencia, es investigación, es psicoeducación.
Más allá de la población estable del hospital existe una población ambulatoria que ha utilizado y utiliza los servicios de estos hospitales. No por nada se encuentran sobrepasados de consultas.
Pero, sobre todas las cosas un hospital, y en este caso psiquiátrico implica un grupo humano formado por profesionales médicos y no médicos dispuestos a brindar ayuda a quienes lo necesitan.
Permítannos aclarar también silenciando voces, no siempre bien intencionadas, que la psiquiatría queda abarcada, pero no excluida del concepto de salud mental.
Quien alguna vez utilizó sus servicios o se formó en estos hospitales seguramente se oponen al cierre.
A nosotras nos une además una historia en común con el Hospital Moyano ya que somos hijas de un viejo psiquiatra argentino, quien siempre defendió a su hospital y que hasta nos llevaba de chicas a jugar en su patio con las pacientes sin que ello significara un riesgo, sino una actitud participativa e integradora.
Cerrar un hospital necesario en una comunidad, sea de la especialidad que sea, es a todas luces y valga el giro, una locura.
Como también es una locura descuidar la salud mental y despreocuparse de la misma. Esta despreocupación se refleja tanto en el estado de los hospitales psiquiátricos como en la supuesta decisión de cerrarlos
Por supuesto nuestros hospitales tienen problemas pero ninguno que no pueda ser solucionado. Recordemos siempre que no basta destruir lo que estorba, también hay que construir lo que falta.
Andrea Marquez Lopez Mato, Coral Marquez
médicas psiquiatras