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ALCMEON 11

¿Qué es lo endógeno?

Arturo Romanella


Summary
In this article the author proposes the idea that the endogenous is the 3rd origin place between the somatic and psychic.
The characteristics of the endogenous are the rhythmicity, universality and reversibility.
There, we discuss the idea of establishing the links between the endogenous and the inheritance on one hand and the philosophic concepts of M. Heidegger on the other hand.

Definición de lo endógeno
Sucede que cuando algo no tiene nombre y es desconocido, despierta miedo: muchas cosas en la vida son desconocidas, pero al ponerles nombre determinan seguridad y tranquilidad. ¿No tendrá lo endógeno ese sentido, el de cubrir algo desconocido y por ende no tolerado?
Hablamos frecuentemente de psicosis endógenas, pero no es fácil definir lo endógeno y para colmo se lo concibe como el origen de las mismas.
Origen significa aquello de donde una cosa procede. El endón es pues el origen y ha sido considerado como el tercer campo causal, frente a lo somático u orgánico y lo psíquico. Su caracterización es incierta; parece pertenecer al soma y manifestarse en la psiquis. Es una zona oscura y en ocasiones parece ser lo criptogenético.
Frente a las formas claras de causalidad somática, por ejemplo las molestias que puede ocasionar la litiasis vesicular como causa de dolor y de serias complicaciones, o frente a la posibilidad de considerar un síntoma psicótico como una tendencia regresiva determinada de modo dinámico evolutivo y que sólo diferenciaría la psicosis de la neurosis por la mayor profundidad de la regresión, lo endógeno aparece como una amplia posibilidad de origen que abarcaría la totalidad, más por el ámbito de lo alterado que por la inmodificabilidad de sus formas de manifestación típicas, aludiendo así a un origen total y unitario. Por eso decíamos que parece pertenecer al soma y manifestarse en lo psíquico.

El primer rasgo de lo endógeno es el ritmo
Desde antiguo se ha considerado que los síntomas psicóticos siguen un ritmo: aparecen, desaparecen, vuelven a aparecer y desaparecer. Pero también los aconteceres tienen su misma característica. Se entiende por acontecer un fenómeno que a uno le sucede sin que se discurra sobre ello; por eso no es el fruto del pensar, no es gnósico, sino pático.
Lo rítmico es una característica del acontecer vital que puede ser muy bien observado desde el punto de vista biológico en el ritmo-sueño-vigilia, en el ciclo femenino, en el acto de mamar del lactante, etcétera, o en un aspecto psíquico espiritual, menos común hoy en día, por las transformaciones socio-culturales. En otras épocas todo sentir interior tenía su tiempo, sin el cual no era siquiera imaginable. Entonces las fiestas tenían un sentido que no era sólo el recuerdo de lo pasado, sino pleno retorno a esa realidad.
Poco de ello se conserva hoy: la rítmica del año litúrgico, las plegarias de los monjes. En otra área sólo quedan los cumpleaños y las fiestas de fin de año. Del carnaval no quedan sino escasos rastros.
Lo rítmico es pues una forma del acontecer vital que se exterioriza en las fases de sueño-vigilia y en la regularidad de las apetencias digestivas y sexuales. Resulta notable la transformación de estos ritmos del acontecer en las psicosis: insomnio, anorexia-bulimia, pérdida del interés sexual, etcétera.
Diremos también que las modificaciones del ritmo son inseparables del medio. A la variación vigilia-sueño corresponde originalmente la de luz-oscuridad, pero no se trata de un simple reflejo del medio, sino más bien lo contrario: el organismo busca ritmos del medio para sincronizar su propia rítmica.
También hay ritmos en el acontecer diurno: el hombre puede tener fatiga o frescura corporal o exaltación; existe una cínesis (Max Scheller) que pasa por distintas formas aun en el curso del día. Von Gebsatell decía que la personalidad se despliega y fluye con oscilaciones en el curso temporal.
El acontecer, lo que nos enfrenta, es también el origen de los proyectos en los cuales alcanza cumplimiento la vida. En la enfermedad se produce un retraso de las realizaciones con respecto a esos proyectos.

El segundo rasgo de lo endógeno es la globalidad
Otro rasgo de lo endógeno es que abarca la totalidad de la configuración de la existencia. La transformación que se da, por ejemplo, en la psicosis esquizofrénica, es global, todo el ser está cambiado.
En las etapas cruciales de la vida: pubertad, involución, se ve también la impronta de lo endógeno. En la pubertad, por ejemplo, etapa madurativa por excelencia, el logro o éxito de la maduración rebasa los rasgos biológicos y psicológicos; la tendencia a la emancipación del adolescente tiene una base biológica clara (hormonal), otra psicológica (el sí mismo busca expresarse) y otra endógena que abarca a ambas y a la posibilidad que permita su concreción.
Lo global de la personalidad se manifiesta siempre en facetas, pero en cada una de ellas está contenida la totalidad.
Esta globalidad (psíquico-somática) se puede intuir con mayor o menor claridad, pero la patología mental contribuye a demostrarla, porque allí se ve que la transformación psicótica abarca toda la configuración de la existencia.

El tercer rasgo de lo endógeno es su reversibilidad
Frente a la rigidez irreversible de lo orgánico, una persona puede reaccionar ante un hecho cualquiera con mal humor, e inmediatamente otro hecho puede cambiarle ese humor.
Los límites de esta reversibilidad están dados por los graves estados de deterioro orgánico marcado, evidentes en los estadios terminales de muchas psicosis y demencias.

Lo endógeno y la herencia
¿Cómo juega la herencia en esta concepción de lo endógeno como origen?
Recientemente se publicó en el Am.Jour. of Psych. (enero 1983) una investigación clínica y epidemiológica sobre los desórdenes afectivos entre los Amish (un grupo fundamentalista protestante), quienes ofrecen una posibilidad de estudio muy especial, pues el alcohol, las drogas y las sociopatías están allí casi totalmente ausentes.
En ese estudio de una comunidad de 1200 personas se detectan 112 casos activos de enfermedad mental. La investigación es exhaustiva, mostrando una familia cuyo padre muere en 1898 con un diagnóstico que lo caracteriza como enfermedad obsesiva. De sus ocho hijos, seis padecen enfermedad: uno bipolar, dos depresión monopolar, dos desórdenes de la personalidad.
Entre los quince nietos hubo ocho casos psiquiátricos; de los 191 bisnietos, 25 casos psiquiátricos. Hoy son observados 884 tataranietos, estando en estudio muchos de ellos. Esto para una sola familia.
Entre estos 112 enfermos existe un marcado número de depresiones: bipolares 38, monopolares 41, depresiones menores 9, frente a otras enfermedades que conforman los 24 casos restantes.
De lo expuesto en el mencionado artículo se desprende la alta incidencia genética en el origen de la enfermedad depresiva. ¿Existirá un fenotipo específico para la melancolía?
Contribuyen a hacernos pensar en ese origen los estudios de los gemelos univitelinos que son más concordantes que los bivitelinos, pero no en un nivel absoluto.
A nosotros nos interesa la genética como aspecto parcial de la endogeneidad, especialmente en los estudios sobre los gemelos univitelinos y sobre los Amish. Lo que se hereda es una tipicidad específica, lo que permite afirmar que la depresión es heredable.
Pero, ¿por qué no se han enfermado más Amish? Evidentemente porque unos están más predispuestos que otros. No sólo tiene importancia la disposición genética, sino también el medio ambiente. Pero el concepto de medio ambiente es insuficiente e inespecífico.
Siguiendo a V. Baeyer diríamos que lo endógeno abarca lo biológico hereditario, lo clínico psicopatológico y lo situativo, todo ello integrado en conexiones patogénicas.
Tellembach ha ido más allá: ve en las depresiones un fenotipo específico y rasgos peristáticos que conforman el tipo melancólico. Janzarik llega a la misma conclusión y afirma que la estructura depresiva se manifiesta como respuesta consolidada por parte de disposiciones hereditarias a fuerzas troquelantes situativas.
El tipo melancólico necesita y crea su situación. Esto quiere decir que no cualquier situación es depresógena; hay una situación específica para cada tipo, mientras que situar es incluir lo circundante en el proyecto existencial que de por sí está frustrado.
Ahora bien: ¿qué significa en Tellembach “lo peristático”? Lo peristático es la situación que el tipo constituye en coordinación con el medio representado por los prójimos. Empieza en la niñez, por la selección de aquellas circunstancias que promueven el despliegue de lo constitucional.
En nuestro modo de vivir occidental, donde se tributa un alto valor a lo individual, medido como responsabilidad y deber que deben culminar en un alto rendimiento y éxito, se produce una constelación que favorece, desde afuera, el desarrollo a pleno de los elementos constitucionales.
Lo que el hombre enfrenta en cada acontecer origina una respuesta que es particular y propia para cada uno.
Utilizando la terminología de Martin Heidegger, se puede decir que en el “encontrarse” cada uno tiene determinadas vivencias frente a cada situación y entiende otras de distintas formas, otorgándoles variadas significaciones.
En el “estado de yecto”, no elegido, aparecen características que tampoco se eligen (la herencia) y que no se pueden cambiar.
Sin embargo, en esa situación de yección se puede “procurar por” o “curar de”, y por ello el “ser ahí” es “yecto proyectante”. Es decir, tiene cierta libertad, o sea la suma de libertad más determinación.
Lo endógeno corresponde al “estado de yecto” y para entenderlo es necesaria la captación de los contenidos significativos del “ser ahí”, teniendo presente que cada situación tiene un aspecto significativo que le es propia.
Un contenido vital cualquiera, por ejemplo el elogio de la mujer amada por parte de un tercero, tiene un contenido significativo diferente para el celoso que para el que no lo es. Así, para el celoso puede significar una posibilidad de pérdida y para el que no lo es puede ser una distinción.
En los contenidos vitales más específicos, tales como el comer, el beber y la apetencia sexual, esos contenidos son claros y marcados (como sucede en lo biológico) mientras que en la situación de celos y en otras, no hay tal claridad. Por eso la corriente antropológica-psiquiátrica de Minkowski, Strauss, Gebsatell y la analítica existencial de Luis Binswanger postulan y fundamentan lo endógeno como la instancia que realiza conexiones, dirige y aúna procesos vitales y se configura en lo típico de cada uno.
Aquello que el hombre tiene posibilitado a partir de la herencia (en el “estado de yecto”) espera desplegarse en lo endógeno a través del acontecer vital individual, siendo éste su derivado óntico.

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