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ALCMEON 16

Breve reseña histórica de los tratamientos biológicos

Alberto Monchablon Espinoza


Resumen
La historia de los tratamientos biológicos es la idea que se fue teniendo sobre la enfermedad mental a lo largo de los siglos. Una sustancia que calme la angustia, la depresión, la culpa, el insomnio, la locura, el delirio, la alucinación, que frene la drogadependencia y la demencia: ésta es la incesante búsqueda.
Palabras clave
Tratamientos biológicos. Psicofarmacología.
Summary
“Paracelso (16th century) used to prescribe laudanum (opium tincture), Pinel (19th century) opium (opium saffron-like tincture), Moreau de Tours (19th century) hashish, and, at present, Pierre Deniker prescribes cholopromacine.”
The history of biological treatment corresponds to the idea men have had about mental illness throughout the centuries. There has been an incessant search for a substance which can calm down anxiety, depression, guilt, insomnia, delirium, hallucination, which can stop drug dependence and dementia.
In their quest to find a remedy for insanity and mental illness, doctors used to follow the alopathic principle of using a substance to the symptom they had to deal with. This may heve been the way followed up to now: in case of excitation, something that inhibits; in case of inhibition, something that excites.
Biological treatment is a name given to every therapeutic intervention which uses physical, chemical and/or biochemical agents on patients so as to produce changes on their disturbed behavior.
In the 50's the following substances were used:
1) Narcoanalysis with amythal sodium under incomplete sleep;
2) Anfethaminic shock;
3) Traditional shock methods (electroshock, insulin and cardiazol);
4) Psychosurgery;
5) LSD (experimental delirium);
6) Barbiturate as tranquillizers and hypnotics.
The following substances (intensely prescribed during the last century) were still used in the 50's (the end of the pre-neuroleptic age) as tranquillizers and hypnotics:
1) Opium (forgetfulness poison);
2) Bromides;
3) Chloral hydrate;
4) Escopolamine;
5) Medicinal poppy infusions from where opium is extracted;
6) Crabbled camphor (central nervous system stimulant);
7) Sydenham laudanum or opium saffron-like tincture (rich in morphine).
Though a cloak of tranquillizers fell over Pinel's patients in the last century, a high price was to be paid in terms of drug dependence generated by such medicines.
1952' great pharmacological revolution, initiated in France by Jean Delay and his disciple Deniker, was the successful administration of chloropromacine in high doses to acute psychotic patients.
In 1955 Delay called these medicines neuroleptics. They were successful in mescalinic and LSD insanity cases. They proved to be very effective in schizophrenia as antimaniac, antidelirious, hallucinolitics and anticonfusional. Therefore, it can be asserted that insanity, patients, asylums and psychiatrists were changed by the advent of neuroleptics.
Thus, learning about precise chemical products, such as LSD and mescaline, capable of producing insanity, and having the possibility of obtaining drugs which are clinically opposed to those, such as neuroleptics, initiated the development of a new neurobiological science: cerebral neurotransmission.
In 1956 J. Delay and J. Thullier coined the term “psychopharmacology”, the new science which is the core of psychiatry today.

Key words
Biological treatments. Psychopharmacology.

Introducción
“Paracelso —siglo XVI— prescribía el láudano (tintura de opio), Pinel el opio (tintura de opio azafranado), Moreau de Tours el hachis, Deniker la clorpromacina.”

Se denominan tratamientos biológicos a todas las medidas terapéuticas donde se hacen operar agentes físicos, químicos y/o bioquímicos sobre los pacientes, y que producen cambios en la conducta alterada de éstos. Esto supondría que se considera a ciertos aspectos de la enfermedad mental causada por factores precisamente biológicos u orgánicos. De todos modos la moderna psiquiatría asistencial trata de ser pragmática y aplica sobre el paciente todo aquello que pueda ayudarlo a aliviar su enfermedad mental. Tal es así entonces que un paciente puede recibir además del tratamiento biológico en cuestión alguna forma de las actuales psicoterapias. Por consiguiente, el hecho de utilizar tratamientos biológicos no excluye otros tratamientos, sino más bien se complementan.
En la actualidad, hablar de tratamientos biológicos supone estar tratando fundamentalmente con psicofármacos.
Breve reseña histórica de los tratamientos biológicos
La búsqueda constante del médico de antes frente a la locura y la enfermedad mental fue la de seguir el principio alopático de utilizar una sustancia opuesta a la del síntoma a tratar. Posiblemente este camino es el que se ha seguido hasta ahora, frente a la excitación algo que inhiba, frente a la inhibición algo que excite. Este sencillo principio de la farmacología es el que más resultado ha logrado en la asistencia psiquiátrica actual.
En 1785 el Dr. William Oliver publica en Londres el caso de una paciente maníaca que había curado rápidamente con alcanfor.
El 11 de septiembre de 1793 Philippe Pinel, famoso médico clínico francés, consigue el permiso de la Asamblea de París para quitar las cadenas a los alienados. Esta decisión, trascendente desde todo punto de vista, es concretada primero en el Hospital de Bicêtre y luego en la Salpêtrière (1975), ante la mirada desconfiada de muchos. Pero en poco tiempo este hecho se irradia a todos los hospitales manicomiales europeos de la época. En el año 1801 Pinel publica su famoso tratado médico-filosófico sobre la manía (locura), donde podemos encontrar, además de un tratado clínico sobre la psiquiatría, un índice terapéutico preciso sobre el uso de medicamentos para la locura. “Sólo combinando la quina con el opio se puede curar la melancolía”, decía, “y si ésta tiene propensión al suicidio, los antiespasmódicos (almizcle), el alcanfor, el agua fría por sorpresa, el agua caliente, los vejigatorios, el moxá, las sangrías copiosas y los purgantes, es lo indicado.”
Para la manía opinaba de manera semejante: “Se debe ser cuidadoso con la hidratación y la alimentación.” De todos modos será necesario por mucho tiempo el empleo del chaleco de fuerza, ya que las manías furiosas no se pueden a veces contener de otra manera. Este último podrá desaparecer prácticamente sólo con el advenimiento de los neurolépticos en 1952. Pero no definitivamente, ya que a veces es necesario este recurso por un par de horas hasta que los neurolépticos hagan su efecto terapéutico. Un paciente psicótico no contenido físicamente a veces puede llegar a lastimarse seriamente o a agredir gravemente a quienes lo cuidan.
Año 1828: G. Burrows (Inglaterra), produciendo “convulsiones” con alcanfor trata con éxito a pacientes con agitación maníaca. Se inicia de esta manera el concepto clínico empírico de la contraposición entre la convulsión (la epilepsia) y la locura (las psicosis), que llevado a la terapéutica significa que se buscará siempre, en esta línea experimental, producir convulsiones en los pacientes para poder intentar algún tipo de mejoría, como de hecho se viene observando. Esta búsqueda culminará con la aparición del tratamiento por electroshock en 1933.
Año 1845: Jacques Moreau de Tour (psiquiatra francés) emplea el “hachis” en los enfermos mentales. Sería el precursor de la farmacología moderna, ya que intenta tratar ciertas enfermedades como la melancolía, el estupor catatónico, la demencia, etcétera, con este tipo de sustancias, pero previa experimentación con animales. Luego incluye su propia administración y en hombres sanos, donde analiza todos los cambios conductuales que surgen. Posteriormente todos los experimentos restantes se hicieron con la mescalina, el LSD (ácido lisérgico) y la psilocibina, todas sustancias que producen alucinaciones. La idea era encontrar un antídoto de la alucinosis mescalínica. Se comenzó en ese entonces con los barbitúricos y con el succinato de sodio, que no tuvieron valor terapéutico para las psicosis, pero sí como tranquilizantes e hipnóticos.
Año 1896: Heffter (Alemania) aísla la mescalina.
Año 1919: Spath (Alemania) sintetiza la mescalina.
Año 1922: Klasi (Alemania) utiliza la narcosis continua usando mezclas de barbitúricos durante 10 días de tratamiento. Se inician las llamadas curas de sueño prolongadas, usando combinaciones de neurolépticos sedativos y benzodiacepinas. Estas curas de sueño, en las que el paciente duerme entre 10 y 15 días, donde hay que despertarlo para darle de comer y llevarlo al baño, tuvo su auge en pacientes de todo tipo. Lo engorroso de su implementación, su costo, las tendencias a la recidiva de la enfermedad original, etcétera, hizo que actualmente no se lo use más.
Año 1923: Julius Wagner von Jauregg (psiquiatra austríaco), partiendo de la observación de mejorías espontáneas de las psicosis en las PGP (parálisis general progresiva o demencia sifilítica), inaugura la malarioterapia o impaludización durante enfermedades infecciosas intercurrentes. Inyectando sangre de pacientes enfermos de malaria lograba mejorías notables en este tipo de enfermos. La fiebre era tratada con quinina. No obtuvo resultados semejantes con esta piretoterapia (tratamiento por la producción de fiebre) en la esquizofrenia. De todos modos, en esta época prepenicilínica este tratamiento fue notable para la sífilis cerebral y ello le valió el premio Nobel de Medicina en 1927. Es el único psiquiatra que ha recibido tal distinción.
Año 1933: Manfred Sakel (psiquiatra alemán) inicia en 1927 la aplicación de pequeñas dosis de insulina (aislada en 1922) en pacientes morfinómanos. También se venía probando con éxito la insulina, en pequeñas dosis, para estimular el apetito tanto en pacientes deprimidos como en psicóticos. Posteriormente comprueba que el coma hipoglucémico producido por la insulina en dosis mayores mejoraba las psicosis agudas; se inicia así la insulinoterapia. Si bien sus resultados fueron muy alentadores y fue un golpe decisivo para la esquizofrenia aguda, hoy cayó prácticamente en desuso dada su riesgosa implementación.
Año 1935: Von Meduna (Hungría), partiendo de la vieja idea del antagonismo entre la epilepsia y la esquizofrenia, utiliza el cardiazol para producir crisis epilépticas en pacientes psicóticos. La cardiazolterapia, que tuvo mucho éxito en la locura aguda y en la depresión, será reemplazada luego por el tratamiento electroconvulsivante.
Año 1935: Egas Moniz (neurocirujano portugués), creador de la arteriografía cerebral y premio Nobel de Medicina en 1949, inicia la psicocirugía con su famosa lobotomía, que consistía en seccionar las fibras tálamo-corticales frontales. Esta leucotomía tuvo amplio desarrollo, pero luego cayó en desuso, ya que nunca pudo vencer el prejuicio general tanto del público como del ambiente médico. Posiblemente haya sido un exceso. La actual micropsicocirugía estereotáxica puede tener indicaciones precisas en cuadros graves irreductibles del trastorno obseso-compulsivo, posiblemente su principal indicación.
Año 1935: Prinzmetal y Bloomberg inician el choque anfetamínico, administrando esta droga a pacientes narcolépticos, obesos, asténicos, parkinsonianos, envenenados por barbitúricos, etcétera. Es utilizada de manera programada, como un choque, en pacientes deprimidos graves, en aquellos que están saliendo de un intento de suicidio, en catatónicos, en mutistas, etcétera. Se aprovechaba para operar psicoterapéuticamente cuando el paciente se decidía a hablar. Actualmente en desuso.
Año 1936: Horsley inicia la narcoterapia utilizando el pentotal sódico EV lento. En este momento de semisueño se encaraba al paciente psicoterapéuticamente, ya que el pentotal borraba las habituales barreras inhibitorias que todos poseemos. De ahí su nombre de “suero de la verdad”. Actualmente también cayó en desuso.
Año 1938: Ugo Cerletti (psiquiatra italiano) busca producir crisis epilépticas utilizando la electricidad. En 1903 Batelli ya había logrado lo mismo en perros. Lo esencial para Cerletti era la convulsión y no el simple paso de corriente. Es el creador del llamado “electrochoque” (tratamiento electroconvulsivante) junto con L. Bini, ambos inspirados en la idea de la oposición entre la epilepsia y la esquizofrenia. Para ello practicó primero en cerdos con el fin de buscar una intensidad de corriente mínima que produjera la convulsión. Cerletti-Bini trataron su primer caso con éxito en 1938 en un paciente esquizofrénico agudo. De todos modos el uso de la electroterapia no convulsiva se remonta al siglo pasado, siendo muy utilizada por el neurólogo alemán W.H. Erb y en Francia por el neurólogo G.B. Duchene, quienes seguramente buscaban ante todo un efecto placebo (por sugestión).
El TEC tiene aún justificadas aplicaciones terapéuticas: los cuadros catatónicos agudos de curso maligno, la depresión endógena refractaria o resistente con elevado riesgo de suicidio, las psicosis agudas con fenómenos alucinatorios imperativos de autoeliminación que no mejoran con neurolépticos, etcétera.
Año 1938: Albert Hoffmann (químico alemán) sintetiza el LSD o dietilamida del ácido lisérgico, lo cual facilita la producción controlada de psicosis experimentales tanto en animales como en hombres sanos y enfermos, y la búsqueda del antídoto. La psicosis alucinatoria aguda del LSD, a la cual se le encontró semejanza con la esquizofrenia aguda intensamente alucinada, sólo pudo ser detenida por los neurolépticos que aparecerán en 1952.
Año 1946: Ajuriaguerra (psiquiatra español) curarizaba a pacientes inhibidos graves buscando la ansiolisis en la relajación.
Año 1948: Erik Jacobsen y Hald (de Dinamarca) descubren el efecto antialcohólico del disulfiram (antabús).
Respecto del ácido lisérgico, dada la posibilidad de que dosis tan ínfimas produjeran un cuadro alucinatorio agudo, dio en su momento pie firme a la etiología bioquímica de las psicosis. Mayer-Gross y Henry Ey aplicaron mescalina sintética a enfermos mentales. Albert Hoffmann aplica en 1938 el LSD, experiencia repetida en la década de 1950 por J. Delay, P. Pichot, Mayer-Gross, etcétera. De aquí surgieron dos vías de investigación:
1) Generar psicosis tóxicas modelo, buscar interpretar fisiopatológicamente, y lograr un antídoto;
2) Como vía hacia una psicoterapia.
Finalmente ocurre el fin legal del uso de estas drogas, quedando entonces su utilización para la historia de la psiquiatría.
Podemos decir que en la década de 1950 se hacía:
1) Narcoanálisis con amital sódico bajo sueño incompleto;
2) Choque anfetamínico;
3) Métodos de choque clásicos (TEC, insulina y cardiazol);
4) Psicocirugía;
5) LSD (delirios experimentales);
6) Barbitúricos como tranquilizantes e hipnóticos.
La epilepsia tiende un puente entre la medicina y la psiquiatría. Los otros puentes son el alcoholismo y la catatonía.
También en la década de 1950 (finales de la era preneuroléptica) se seguían utilizando como tranquilizantes e hipnóticos las siguientes sustancias (intensamente prescriptas en el siglo pasado):
1) Opio (veneno del olvido);
2) Bromuros;
3) Hidrato del cloral;
4) Escopolamina;
5) Infusiones de adormidera o amapola medicinal de la que se extrae el opio.
6) Alcanfor avinagrado (estimulante del sistema nervioso central);
7) Láudano de Sydenham o tintura de opio azafranado (muy rica en morfina).
No está demás decir que si bien un manto de tranquilidad cayó sobre los pacientes de Pinel en el siglo pasado, se tuvo que pagar el precio de mucha droga dependencia secundaria generada por el uso de tales fármacos.
Las fenotiazinas, grupo de fármacos de donde deriva la clorpromacina (uno de los primeros neurolépticos), ya había sido sintetizadas cuando se buscaba un método para producir azul de metileno en 1883. Estas fenotiazinas iniciales son utilizadas luego como antihelmínticos y antihistamínicos.
En 1950 el químico francés Charpentier sintetiza la clorpromacina, de la misma familia de la prometazina ya previamente utilizada por Guiraud como hipnótico.
En 1952 Henri Laborit (cirujano francés) y Huguenard (médico anestesista) incluyen la clorpromacina en el cocktail lítico que utilizaban para llevar a cabo sus operaciones en el frente de batalla de Túnez. Su idea era preparar previamente a los enfermos con asociaciones de medicamentos preanestésicas, para evitar operar con mucha anestesia general y lograr así reducir la mortalidad postoperatoria.
El primer psiquiatra que reconoce y utiliza por primera vez la clorpromacina en la psicosis es Pierre Deniker.
La gran revolución psicofarmacológica de 1952, iniciada en Francia por Jean Delay y su discípulo Deniker, es la administración de la clorpromacina a dosis elevadas, en pacientes psicóticos agudos, y el éxito obtenido.
En 1955 J. Delay denomina a estos fármacos neurolépticos. Son capaces de oponerse a la locura mescalínica y del LSD, pero en la esquizofrenia se mostraron altamente eficaces como antimaníacos, antidelirantes, alucinolíticos y anticonfusionales. Se puede afirmar entonces que con el advenimiento de los neurolépticos cambiaron la locura, el enfermo, los manicomios y los psiquiatras. Al conocerse productos químicos precisos capaces de producir locura en el hombre por un lado, como son el ácido lisérgico y la mescalina, y por el otro obtenerse drogas que se oponen clínicamente a éstas, como es el caso de los neurolépticos, se inicia el desarrollo de una nueva ciencia neurobiológica: la neurotransmisión cerebral.
Año 1949: Cade (psiquiatra australiano) utiliza el litio en estado de excitación.
Año 1954: Berger utiliza el primer tranquilizante: el meprobamato. En 1957 Sernbuck sintetizará otro ansiolítico: el clordiacepóxido.
En 1956 J. Delay y J. Thullier acuñan el término “psicofarmacología”.
Año 1957: aparece la imipramina (Kuhn) y la iproniazida. Esta última deriva de la isoniacida. Eran drogas utilizadas para el tratamiento de la tuberculosis pulmonar, pero fueron desechadas por producir estados de euforia, siendo recuperadas para la psiquiatría más tarde por Kline.
De ahí en más se sucedieron los descubrimientos de nuevas moléculas (por ejemplo el haloperidol), y el uso específico de ciertas sustancias (por ejemplo las sales de litio en los trastornos afectivos), en un proceso de avance permanente.
La investigación en el campo psicofarmacológico y en el de las neurociencias es sumamente profusa, intentándose descubrir nuevas moléculas, conocer más acabadamente sus mecanismos de acción, para posibilitar indicaciones cada vez más precisas que produzcan una franca mejoría de los trastornos mentales que padece el ser humano.

Bibliografía
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E.H. Ackernecht, Breve historia de la psiquiatría, Buenos Aires, Eudeba, 1962.
F. Alexander, S. Selesnick, Historia de la psiquiatría, Barcelona, 1970, Espaxs.
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Pedro Laín Entralgo, Historia universal de la Medicina, Barcelona, 1973, Salvat.
Ph. Pinel, Tratado médico filosófico de la enajenación mental o manía, Nieva, 1988.
J. Postel, J. Quetel, Historia de la psiquiatría, México, Fondo de Cultura Económica, 1987.
J. Thullier, El nuevo rostro de la locura, Barcelona, Planeta, 1981.
G. Zilboorg, Historia de la psicología médica, Buenos Aires, Hachette, 1945.

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