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Nº3 - 1996
ALCMEON 18
Evaluación objetiva de la personalidad: obtención de normas
regionales para el inventario multifásico de la
personalidad de Minnesota-2 (MMPI-2)María Elena Brenlla
Sumario
Este trabajo informa acerca de los resultados obtenidos a partir de la administración del MMPI-2 a muestras de población general (MPG) y de pacientes psiquiátricos (MPP). El MMPI-2 es una técnica psicométrica destinada a evaluar aspectos de la personalidad, compuesta por 567 ítems agrupados en 10 escalas básicas, 15 escalas de contenido y 18 escalas suplementarias.
Se suministrarán datos acerca de las diferencias encontradas según sexo en MPG y MPP respecto de las escalas básicas, de contenido y suplementarias. También las diferencias observadas entre la MPG de nuestro medio en comparación con la MPG de otros países (EEUU y Chile).
Se reportarán las diferencias estadísticamente significativas entre ambas muestras respecto de las escalas básicas, tanto para las de validez (L, F y K) como de las escalas clínicas (Hs, D, Hy, Dp, Pa, Pt, Sc y Si), así como en las escalas de contenido y suplementarias. No así para la escala Mf, en la que los valores promedio no indican diferencias sustanciales.
Se proveerán datos de ambas muestras en los que se observa una covariación significativa según sexo (femenino) para las escalas D (Depresión), Hy (Histeria) y Hs (Hipocondriasis).
Por último se mostrarán las diferencias halladas en pacientes con diagnóstico previo de esquizofrenia de la MPP, discriminados según predominio de sintomatología positiva y negativa.
Introducción
Cuando Starke Hathaway ideó el MMPI, lo hizo en el convencimiento de que la personalidad se reflejaba principalmente en las formas verbales. La observación clínica, las fuentes bibliográficas y la literatura le indicaban que los sujetos con perturbaciones psicopatológicas definían sus síntomas y su imagen de modo distinto según el diagnóstico presentado. Así, al encarar estudios de grupos contrastados, observó que ciertos ítems eran sistemáticamente contestados en una dirección por los sujetos previamente diagnosticados y en la contraria por los que no presentaban el cuadro en estudio.
Por supuesto, la forma de inventario era la que más se ajustaba a esta concepción de la evaluación de la personalidad. Sobre todo al permitir la construcción de distintas escalas que en el caso del MMPI debían contener las principales variables diagnósticas. Hathaway y Mc Kinley eligieron la gnosografía de E. Kraepelin, fuertemente consensuada por la comunidad científica, como criterio para discriminarlas. Por lo tanto la tarea consistió en hallar ítems lo suficientemente sensibles como para evaluar lo que se proponían y lo suficientemente tolerables como para confiar en las respuestas obtenidas.
Así, elaboraron ocho escalas clínicas: Hipocondriasis (Hs), Depresión (D), Histeria (Hy), Desviación Psicopática (Dp), Paranoia (Pa), Psicastenia (Pt), Esquizofrenia (Sc) y Manía (Ma), a las que luego agregaron dos: Introversión Social (Si) y Masculinidad-Feminidad (Mf).
También pensaron de qué modo controlar las respuestas, previendo distorsiones deliberadas en las mismas, por lo que idearon las escalas de validez L (Sinceridad), F (Validez) y ? (Interrogantes). Más tarde, Meehl y Hathaway (1946) notaron que sujetos con trastornos psicopatológicos severos obtenían puntajes poco elevados en determinadas escalas clínicas, lo que les hizo pensar en una actitud defensiva al responder. Para corregir estas puntuaciones, se elaboró la escala de validez K, que evalúa recursos yoicos, cuya puntuación afecta a las escalas Hs, Dp, Pt, Sc y Ma en una proporción empíricamente determinada.
La elaboración de las escalas de validez supuso un hallazgo para el ámbito de la psicometría, al considerar la medición de respuestas que podían afectar la confiabilidad de los puntajes. Desde entonces, la mayor parte de los cuestionarios e inventarios cuentan con algún tipo de mensura respecto de ello.
En la década de 1980 se constituyó un comité para la revisión, actualización y reestandarización del MMPI. Butcher, Graham, Dahlstrom, Tellegen y Kaemmer fueron sus principales integrantes.
El objetivo abarcó la revisión de los ítems que resultaban anacrónicos, que estaban expresados de modo inadecuado y la formulación de otros que abarcasen formas de diagnóstico más actuales. También incluyó una revisión rigurosa de las normas estadísticas, ya que la muestra original, básicamente conformada por residentes de Minnesota, no resultaba representativa de la población general.
En 1989 se publica la nueva versión, el MMPI-2, que tiene una muy favorable acogida en el ámbito de la evaluación psicológica. Numerosas publicaciones desde entonces así lo atestiguan. Éstas versan acerca del MMPI-2 como instrumento válido y confiable en diversos campos de aplicación (clínico, forense) y en estudios de investigación.
En 1992 se presentó un proyecto de investigación en el concurso de becas UBACYT de ese año, con dirección a cargo de la licenciada María Martina Casullo. La beca fue otorgada en septiembre de 1992, momento en que se comenzó a cumplir el cronograma de actividades detallado en el proyecto.
El objetivo general consistía en contribuir, con datos de una muestra de población general y otra de población psiquiátrica, al hallazgo de normas regionales que garantizasen el uso confiable del inventario. Los objetivos específicos se delimitaron en función de estimar en qué medida el MMPI-2 discrimina entre pacientes y no-pacientes, para lo cual se calcularon medidas descriptivas y de significación estadística; observar si existía alguna covariación significativa respecto de las variables en estudio y realizar un estudio de validación concurrente entre los perfiles obtenidos y los diagnósticos que constaban en historia clínica, realizados de acuerdo al criterio diagnóstico DSM-IIIR.
Materiales y métodos
Sujetos
Se administró el MMPI-2 a 100 sujetos (50 varones y 50 mujeres) de una muestra de población general de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Los sujetos eran voluntarios, comprendidos entre las edades de 18 a 65 años, a los que se les informaba que se trataba de un estudio acerca de la personalidad.
También se aplicó la técnica a cien sujetos (50 varones y 50 mujeres) de una muestra de población psiquiátrica (Hospitales José T. Borda y Melchor Romero) con el mismo rango de edades. Para garantizar la homogeneidad de la muestra, se consideró oportuno seleccionar a sujetos en tratamiento ambulatorio y en internación. Se les informó también acerca del tipo de estudio de que se trataba.
La administración del MMPI-2 en la muestra de población psiquiátrica requirió de mayor tiempo que el estimado inicialmente, dado que en muchos casos debió interrumpirse la administración por fatiga o distracción de los sujetos o debían leerse al entrevistado los ítems para asegurar una respuesta fiable.
Muestra. Descripción
(Véase las Tablas 1 - 2 - 3 )
Grupo I: muestra de población general.
Grupo II: muestra de población psiquiátrica.
Procedimiento
Diseño general
Se trata de un estudio de naturaleza correlacional descriptivo por grupos contrastados, tendiente a observar si en las respuestas otorgadas por los sujetos al MMPI-2, divididos según el criterio anteriormente mencionado, se encontraban diferencias estadísticamente significativas.
La suposición es que si el MMPI-2 evalúa de modo confiable y válido aspectos de la personalidad, se esperará encontrar diferencias significativas entre ambas muestras, esto es, la de población general y la de población psiquiátrica.
Para ello se procedió a analizar los datos obtenidos teniendo en cuenta medidas de estadística descriptiva - de tendencia central y de dispersión - y de análisis de variancia (F, ANOVA, MANOVA) entre los grupos.
Además se realizó un análisis intragrupo para observar el tipo de respuestas según sexo en cada grupo.
También se analizaron los resultados en procura de observar si existía alguna covariación relevante entre las variables en estudio.
Para calcular las medidas estadísticas señaladas se utilizó el programa SPSS.
Resultados
(Véase la Tabla 4)
Como puede observarse, todas las escalas del MMPI-2, salvo L (Sinceridad) y ? (Interrogantes), arrojan diferencias estadísticamente significativas entre ambas muestras al cálculo de t.
Asimismo, el análisis de varianza entre grupos (one way ANOVA), indica resultados en la misma dirección (véase la Tabla 5):
Obsérvese que en ambas muestras los valores promedio de L son semejantes. Ello podría indicar que la actitud al responder al inventario en ambas muestras también lo es. El puntaje T correspondiente se encuentra comprendido entre los valores T55 y T60. Dichos valores suelen asociarse con una actitud sincera y espontánea para contestar, sin intentos deliberados de distorsionar las respuestas.
Como es esperable, también la comparación entre ambas muestras discriminadas según sexo, otorga diferencias (t y F) estadísticamente significativas. Las Tablas 6 y 7 ilustran acerca de ello.
Es interesante observar, en la muestra de población general, las diferencias en la respuesta al inventario si se considera la variable sexo (Tabla 8).
Aquí la mayor parte de las escalas presentan valores promedio semejantes, salvo en las escalas F (Validez) e Hy (Histeria), donde se constatan diferencias estadísticamente significativas. En la primera, la x en la muestra de hombres es mayor que en la de las mujeres; en la segunda, la media de las mujeres es mayor que la de los hombres. De ambas, resulta llamativa en la escala F, ya que a su x le corresponde un puntaje T67. Dicho valor es interpretado como indicador de tensión interna y tendencia a la exageración de los conflictos.
Al comparar las puntuaciones de la muestra de población psiquiátrica según sexo, obsérvanse diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en las escalas de Hs (Hipocondriasis), Hy (Histeria) y Sc (Esquizofrenia), con valores promedio mayores en la muestra de mujeres. La relativa elevación de las primeras dos podrían atribuirse a una presencia mayor de síntomas y quejas somáticas. Rivera Jiménez (1990) sugiere que este tipo de puntuaciones podrían estar relacionadas con tendencia a la justificación de los problemas mediante las molestias físicas, prefiriendo reconocer a éstas como la causa de los mismos y no a disturbios emocionales (véase la Tabla 9).
A continuación se brindan datos acerca de la respuesta al MMPI-2, por parte de sujetos bajo tratamiento psiquiátrico, con predominio de sintomatología positiva y negativa. Se observan diferencias estadísticamente significativas en las escalas L, Pa y Sc, siendo el promedio de puntuaciones de L mayor en el Grupo II, mientras que el promedio de Pa y Sc es mayor en el Grupo I (véase la Tabla 10).
Las Tablas 11 , 12 , 13 , 14 , 15 , 16 , 17 a 18 ilustran los resultados promedio obtenidos en las Escalas de Contenido y Suplementarias del MMPI-2 en las muestras de población general y de población psiquiátrica. En el siguiente apartado se realizará la interpretación de los mismos.
Discusión
Desarrollo
Al realizar el análisis de los datos se procedió en primer lugar a observar si se encontraban diferencias estadísticamente significativas entre las puntuaciones promedio de la muestra de población general y las de población psiquiátrica. Todas las escalas, tanto básicas como de contenido y suplementarias arrojaron datos en ese sentido.
Se comenzará realizando un análisis de las puntuaciones promedio, intragrupo y entregrupo, de las Escalas Básicas del MMPI-2 (Tablas 4 , 5, 6 , 7, 8, 9, 10) en las muestras de población general y psiquiátrica, teniendo en cuenta los x y los cálculos de significación realizados.
Obsérvese que en ambas muestras la escala L es la única donde los valores promedio son semejantes. Ello podría indicar que la actitud al responder al inventario en ambas muestras también lo es. El puntaje T correspondiente se encuentra comprendido entre los valores T55 y T60. Dichos valores suelen asociarse con una actitud sincera y espontánea para contestar, sin intentos deliberados de distorsionar las respuestas.
En cambio la escala K, que evalúa recursos yoicos, observa un promedio mayor en la población general. Esto indicaría, como resulta esperable, que los últimos pueden mantener una actitud de respuesta equilibrada entre una autoevaluación positiva y una actitud crítica de sí, mientras que en los primeros prevalecería una actitud defensiva.
Lógicamente, también la comparación entre ambas muestras discriminadas según sexo otorga diferencias (t y F) estadísticamente significativas. Las tablas 6 y 7 ilustran acerca de ello. Así, la comparación de hombres en una y otra indica que todas las escalas presentan diferencias salvo las de L (Sinceridad), Mf (Masculinidad-Feminidad) y Ma (Manía), a las que les corresponden puntuaciones T promedio (entre T45 y T65). Esto señalaría que los hombres de ambas muestras respondieron al inventario con una actitud franca (L), que la autopercepción de los valores tradicionalmente considerados masculinos es semejante, así como el nivel de energía. En cambio, en las muestras de población femenina, general y psiquiátrica, se observó que sólo una escala, L, arrojaba valores no significativos.
Un dato curioso se desprende del análisis intragrupo según sexo de la población general. Aquí la mayor parte de las escalas presentan valores promedio semejantes, salvo en las escalas F (Validez) e Hy (Histeria), donde se constatan diferencias estadísticamente significativas. En la primera, la x en la muestra de hombres es mayor que en la de las mujeres; en la segunda, la media de las mujeres es mayor que la de los hombres. De ambas resulta llamativa en la escala F, ya que a su x le corresponde un puntaje T67. Dicho valor es interpretado como indicador de tensión interna y tendencia a la exageración de los conflictos en la muestra de hombres. Respecto de Hy, el análisis sugiere la presencia de características de extroversión, dependencia afectiva y quejas somáticas.
Al comparar las puntuaciones de la muestra de población psiquiátrica según sexo, obsérvanse diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en las escalas de Hs (Hipocondriasis), Hy (Histeria) y Sc (Esquizofrenia), con valores promedio mayores en la muestra de mujeres. La relativa elevación de las primeras dos podrían atribuirse a una presencia mayor de síntomas y quejas somáticas. Rivero Jiménez (1990) sugiere que este tipo de puntuaciones podrían estar relacionadas con tendencia a la justificación de los problemas mediante las molestias físicas, prefiriendo reconocer a éstas como la causa de los mismos y no a disturbios emocionales.
Por otra parte, el análisis de varianza realizado entre grupos arrojó una covariación significativa según sexo en las siguientes escalas: D (sig. de F£0.08), Hs (sig. de F£0.035) y Hy (sig. de F£0.001).
Esto significaría que en ambas muestras se registran diferencias significativas según sexo que atañen a las escalas antes mencionadas. Si se observan los promedios en las puntuaciones se verá que son mayores en mujeres que en varones, tanto para cada muestra como para la comparación entre ambas. Esto señalaría que los sentimientos depresivos, las quejas y molestias físicas y la dependencia afectiva, que son los tres grandes conjuntos de ítems que abarcan estas escalas, son marcadamente más frecuentes en mujeres que en varones, independientemente de pertenecer a una muestra de población general o psiquiátrica. La intensidad de estas características hará que pueda pensarse en un grupo u otro. En efecto, las diferencias entre las puntuaciones de las mujeres de una y otra muestra resultan significativas.
La fuerte tendencia que señala esta covariación coincide con los hallazgos del Estudio Epidemiológico realizado en la Argentina entre los años 1979-1983, dirigido por Pagés Larraya, donde el 5% de la población general femenina padecía de trastornos afectivos.
También se realizó un análisis de las respuestas al MMPI-2 de sujetos bajo tratamiento psiquiátrico, específicamente esquizofrénicos con predominio de sintomatología positiva (Grupo I) y negativa (Grupo II). Se observan diferencias estadísticamente significativas en las escalas L, Pa y Sc, siendo el promedio de puntuaciones de L mayor en el Grupo II, mientras que el promedio de Pa y Sc es mayor en el Grupo I. Se utilizó la medida t, dado que su cálculo fue ideado en principio para observar diferencias significativas entre muestras pequeñas.
La elevación de la escala L en el Grupo II podría estar asociada con escasa flexibilidad y originalidad en el pensamiento, así como con obstinación y baja tolerancia a la presión ambiental, mientras que en el Grupo I se observan puntuaciones promedio que indican espontaneidad al responder.
En cambio, en las escalas clínicas de Pa y Sc el Grupo I puntúa sistemáticamente más elevado que el II.
Tales elevaciones indican la presencia de severas perturbaciones en el pensamiento, que incluyen delirios de persecución, de grandeza e ideas de referencia; trastornos importantes en la percepción, sentimientos de hostilidad, confusión, alteración de la capacidad de juicio, tendencia al aislamiento e impulsividad. Estas características son propias de los síntomas positivos, por lo que el MMPI-2 podría discriminar entre sujetos con este patrón sintomático y uno negativo.
Respecto de las escalas de Contenido (Tablas 11 , 12 , 13 y 14 ), si se comparan las puntuaciones promedio de éstas entre la muestra de población general y la de población psiquiátrica, se observa que para todas se registran diferencias significativas. Ahora, si se comparan los promedios de ambas muestras, pero considerando sólo a los hombres, se nota que hay dos escalas que no presentan estas diferencias: TPA (Comportamiento tipo A) y SOD (Malestar social), donde los valores se encuentran en el segmento T50 a T65 de normalidad estadística. Lo mismo sucede en la comparación de mujeres de ambas muestras, pero para la escala ANG (Hostilidad).
En cambio, la comparación según sexos de la muestra de población psiquiátrica arroja diferencias estadísticamente significativas en las escalas FRS (Miedos), ASP (Prácticas antisociales) y FAM (Problemas familiares), con valores T normales para las dos primeras y significativo para FAM. Recuérdese que esta escala evalúa la presencia de indicadores de discordia y malestar familiar.
En cuanto a las escalas suplementarias (Tablas 11 , 12 , 13 , 14 ), la comparación entre una y otra muestra indica diferencias significativas para todas las escalas, salvo R (Represión), O-H (Control de la hostilidad), GF (Roles y géneros) y VRIN, con valores promedio de T.
Si se realiza un análisis intragrupo según sexo en la muestra de población psiquiátrica, se observa que sólo tres escalas arrojan diferencias significativas GM y GF (Roles y géneros) y Si3 (Alienation self-others), también con valores promedio de T.
Resumen
1) La actitud general al responder al inventario (escala L) puede considerarse espontánea y franca tanto para la muestra de población general (MPG) como para la muestra de población psiquiátrica (MPP).
2) Los sujetos de MPG revelan recursos yoicos (escala K) que les permiten mantener cierto equilibrio entre un autoconcepto positivo y una posición crítica de sí. En cambio, los asertos de los pacientes de MPP indican dificultades respecto de esto y en el enfrentamiento de los problemas.
3) No existen diferencias estadísticamente significativas en la comparación de los hombres de la MPG y MPP respecto de la percepción de los roles tradicionalmente considerados masculinos (escala Mf) ni del nivel de energía (escala Ma).
4) Los hombres de la MPG (escala F T67) parecen vivir sus conflictos con fuerte tendencia a la tensión y a la exageración de los mismos, tendencia que no se observa en las mujeres de la MPG.
5) Las mujeres de la MPG puntúan más elevado en la escala Hy (Histeria), aunque con una correspondencia en valores T promedio.
6) En la MPP las mujeres puntúan significativamente más elevado que los hombres en Sc (Esquizofrenia) Hs (Hipocondriasis) e Hy (Histeria). Esto indicaría tendencia a los sentimientos de minusvalía, al aislamiento, a las quejas somáticas y a la dependencia afectiva.
7) En ambas muestras se observa una covariación significativa según sexo (femenino) para las escalas D (Depresión), Hy (Histeria) e Hs (Hipocondriasis). Esto indicaría que existe una fuerte tendencia en las respuestas dadas por las mujeres de ambas muestras a los ítems que señalaban sentimientos de depresión; problemas físicos vagos y dependencia afectiva, si bien la intensidad de los mismos se ve reflejada en los valores promedio, donde los de la muestra de MPP son más elevados que en los de la MPG.
8) Los pacientes esquizofrénicos hombres con predominio de sintomatología positiva brindan respuestas en las que se observa probabilidad de trastornos del juicio y de la percepción; hostilidad e impulsividad (escalas Pa y Sc) respecto de los que presentan sintomatología negativa.
9) Los pacientes esquizofrénicos hombres con predominio de sintomatología negativa otorgan respuestas en las que indican escasa flexibilidad del pensamiento, rigidez y poca tolerancia a la presión ambiental (escala L).
10) Las mujeres de la MPG puntúan más elevado que los hombres en la escala FAM, lo que indica respuestas en el sentido de percepción de discordia y maltrato familiar.
Bibliografía
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