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Año VIII - Vol 5 - Nº 4 - Marzo de 1997

ALCMEON20

LaVoluntad

Dr. Carlos G. Pereyra


Sumario

Frente a la confusa y equívoca acepción de la expresión“voluntad”, se trata de darle un significado preciso yunívoco a partir de la realidad psicológica y en lapsicopatología.

Palabra clave

Voluntad.

Introducción

Todos los seres vivos (incluyendo al hombre) tienden adesplegar en el medio en el cual se cultivan las posibilidadesdeterminadas por su código genético. El medio sólo facilita odificulta el despliegue de estas posibilidades, y sólo deéstas. El impulso que orienta a este despliegue está en la baseinstintiva de los seres vivos y son la vida misma. Lo vital esesa interacción con el medio donde el individuo tiende arealizar sus posibilidades buscando satisfacer las demandas de suinstinto.

El impulso vital que nos orienta hacia las cosas, de raízinstintiva y por lo tanto primitivo, se denomina deseo o gana.Cuando el deseo o gana se hace presente como necesidad en elindividuo de que se trate, toda su estructura psicofísica sepone a su servicio buscando su satisfacción mediante la conductaadecuada a su logro. Este deseo, que hunde sus raíces en lopuramente instintivo-genético y busca su satisfacción en elmedio con coherencia y sin violencia interior, es un rasgoesencial de la vida y está presente en todos los seres, desde laforma más simple de la ameba que busca en el medio su nutriente,hasta las formas más sofisticadas del hombre que goza con laQuinta Sinfonía de Beethoven.

La vida sin el impulso vital, el deseo, sería inconcebible.También sería inconcebible la vida si todo deseo buscarainmediatamente su satisfacción (como es su tendencia) sinconsideración a las cambiantes circunstancias del medio. Si laconducta quedara sometida a la satisfacción del deseo, el animal(perro u hombre) perecería prontamente. El medio encierrapeligros que ponen en riesgo la integridad física (daño,muerte) o social (desprestigio, sanción moral) de los individuosy que deben ser eludidos. Cuando la satisfacción de un deseoinvolucra peligro, el deseo debe ser inhibido para preservar laintegridad físico-social del ser. El principal mecanismo dedefensa animal (incluyendo al hombre) y principal mecanismoinhibidor del deseo es el miedo.

El miedo es tan primitivo como el deseo; no se aprende, está.Acompaña desde el vamos al deseo pero se activa sólo frente alpeligro. El peligro se aprende. La presencia de la llama vivaz ycolorida que despierta en el niño el deseo de asirla, nosignificará peligro. Por lo tanto no habrá inhibición; nohabrá miedo. El deseo tenderá a realizarse, y el duroaprendizaje de la experiencia propia o la transmisión de laexperiencia materna creará la noción de peligro y activará elmiedo protector.

Deseo como tendencia y miedo como escudo protector, en la basemisma de la vida instintiva, y el peligro como alerta aprendidopara activar el miedo: ¡he aquí un simple esquema de lo vital!Tal vez una parte esencial de lo que conocemos como educaciónsea adquirir las nociones de los peligros que nos rodean paramejor defendernos y desarrollarnos.

Cuando dos o más deseos se manifiestan simultáneamente ymotivan conductas diferentes, esta última se orientará segúnla línea de menor esfuerzo de acuerdo con:

  1. El deseo más intenso;
  2. El más accesible a su satisfacción;
  3. El menos peligroso.

Si el hambre del tigre es más intenso que su deseo decopular; si la cabra vieja es más accesible que la joven ysabrosa; si esta última está más alejada de la protección dela manada, será su víctima.

Estas leyes son tan válidas para los animales como para elhombre y dominan la mayor parte de la actividad humana y latotalidad de la vida animal.

El hombre con su capacidad proyectista puede proponerse metasremotas (por ejemplo, ser médico), que aunque tengan como deseouna base inicial afectiva, ésta no se sostiene en el tiempo. Elentusiasmo inicial, que facilita tanto el logro de los objetivosinmediatos, se atenúa con el correr del tiempo y dificulta elalcance de los objetivos mediatos. Este deseo de satisfacciónmediata que ve diluida su raíz instintivo-afectiva, se apoya enuna propuesta conveniente de raíz intelectual. Es por lo tantomás frágil y más débil que el que es puro impulso vital,aunque de mayor jerarquía, porque es exclusivamente humano.

¿Qué ocurre cuando un deseo de satisfacción inmediata ybase instintiva se enfrenta a un deseo opuesto de satisfacciónmediata y raíz intelectual? Es el caso de quien se sientetentado por una golosina y se ha hecho promesa de iniciar unrégimen para adelgazar o de quien quiere dejar de fumar frente ala tentación del cigarrillo o de quien se ha comprometido adejar la bebida frente a la botella de vino. Lo más fácil esceder ante el impulso más fuerte siguiendo la línea de menorresistencia y caer en la tentación de comer, fumar y beber. Bienlo saben los excedidos de peso, los fumadores y los bebedores. Sila presencia de un peligro inmediato activa el factor inhibidormiedo (amenaza de amputación de una pierna en el fumador coninsuficiencia vascular periférica), la resistencia a latentación se hace relativamente fácil. En ausencia de estepoderoso factor de inhibición del deseo, el ser humano —ysólo él— posee otro mecanismo de inhibición que llamamosvoluntad.

Esta capacidad de inhibir la satisfacción de un deseoinmediato en ausencia del miedo, a favor de satisfacer un deseomediato de más jerarquía, es un atributo exclusivamente humano.Distingue al hombre de los animales. También distingue al hombredel niño y distingue a los hombres entre sí.

Ningún animal puede, en ausencia del miedo, inhibir susimpulsos en pos de un objetivo de mayor jerarquía que no tiene.Los niños son flojos en este aspecto y la voluntad que les faltaes suplida por la voluntad de los padres. Los adultos están enmejores condiciones de utilizar este mecanismo de inhibición,pero es un bien escaso, desigualmente repartido, que distingue alos hombres entre sí, dándoles más jerarquía a quienes máslo practican. La escasez de actividad volitiva en los hombres sepone de manifiesto en la dificultad de someter la conducta aobjetivos mediatos resistiendo la tentación de los deseos.

Todas las organizaciones comerciales o no que ayudan aadelgazar, dejar de fumar o dejar de beber, son muestra de ello.Todo el mundo sabe cómo hacer un régimen, pero la falta devoluntad lo impide. Estas organizaciones buscan reforzar lasvoluntades débiles y/o inhibir el deseo mediante el temor y/odisminuir el deseo mediante artilugios químicos.

No creemos habernos apropiado indebidamente de un términopara designar lo que designamos ya que de por sí el término encuestión, “flota” disponible en el lenguaje común yen la psiquiatría con significados diversos y a vecescontrapuestos. Voluntad es “querer”, pero hay un querervolitivo, un querer afectivo y un querer instintivo. Voluntad es“actividad”; quien más se despliega en el mundo de lascosas sería un hiperbúlico (un maníaco) y los sujetos máspasivos, hipobúlicos. Voluntad es “tenacidad”; eltenaz persiste en la búsqueda de su objetivo a favor de un deseointenso, con naturalidad y sin violencia. Voluntariosa es unapersona amable y dispuesta a servir. La “buena”voluntad es benevolencia, la “mala” malquerencia.Voluntad de “hierro” es la inflexible,“floja” la maleable. Voluntad es “tendencia”,“inclinación”, “deseo”, “impulso”,“amor”, “cariño”, “afición”,etcétera.

¿Tiene voluntad el tenaz como virtud y el terco como defecto?¿Es voluntarioso el tenaz, el terco, el hiperactivo, el amable?La expresión designa todo y así entendida no designa nada.

Existiendo desde siempre en el examen semiológico de lospacientes como una de las tres clásicas esferas del psiquismo(intelectual, afectiva, volitiva), los distintos autores latratan ambiguamente o directamente la eluden. Para Mayer-Gross lavoluntad es la capacidad de decidirse a actuar, para Gruhle esigual al deseo. Vallejo Nájera sostiene que el acto de voluntades querer algo que es objeto del conocimiento. Mira y López ySole Sagarra-Leonhard la identifican con el aspecto impulsivo delciclo psíquico y la energía vital. W. James señala cinco tiposde decisión y destaca de tal manera las diferencias del quinto(lo que nosotros llamamos voluntad) en relación con los otroscuatro, que no entendemos por qué los agrupa en la mismacategoría de actos voluntarios.

Los mismos autores que le dan a la voluntad un carácter delucha, esfuerzo y actitud meritoria, la refieren al normal yespontáneo impulso vital, apetito o deseo. ¿Es que hay méritoen el hecho de estar vivos?

El deseo que impulsa la acción y la voluntad que también laimpulsa, tienen características destacadamente diferentes queconviene remarcar (véase la Tabla).

Lo único común entre el deseo y la voluntad es el de serambos motores de la acción. ¡Pobre semejanza frente a lainmensidad de sus diferencias! ¿Pueden cosas tan distintas serdesignadas con la misma palabra?

Pensamos que la voluntad, tal cual la entendemos, es unaadquisición humana de la más alta jerarquía. Esto se demuestrapor

Según la estructura anatómica de la mente de J.C. Goldar laubicaríamos en la corteza ventral, última adquisición humana,en relación con el Yo y las emociones inhibitorias, y no en lacorteza dorsal con los impulsos excitatorios, donde ubicaríamosel deseo.

Dos aspectos exclusivos de la naturaleza humana, la libertad yla ética, están estrechamente ligados al ejercicio de lavoluntad.

La libertad

La libertad es la posibilidad de elegir. Cuanto más opcionestengamos, más libres seremos. En el ser y seguir siendo denuestra condición animal, lo más fácil y cómodo es dejar quenuestra conducta se oriente según nuestros instintos y su formamás elaborada: los deseos. Los únicos motivos por los cuales nopodríamos satisfacerlos serían la imposibilidad física o lanatural inhibición del miedo. Nuestros instintos nos orientan ala acción y el medio nos facilita o dificulta la concreción.Así somos libres, pero esclavos de nuestros instintos ypasiones. Poder contrariarlos para poder orientar nuestrasacciones en dirección distinta de lo que ellos indican esampliar el espectro de lo elegible, es ser más libres que losanimales, es condición esencialmente humana y es función de lavoluntad. Ser libre no es “hacer lo que se me da lagana”, sino tener la posibilidad de contrariar esas ganas.La voluntad es la libertad del hombre. Ella encierra todo lo quese entiende por “autocontrol”, “dominio de símismo”, “superación de sí mismo”, “labrarel propio destino”, “libre albedrío”. Su triunfoes uno de los goces más intensos del ser humano.

La voluntad que es fuerza, inhibición y violencia interior,nos permite resistir las tentaciones y mantenernos detrás denuestros objetivos de mayor jerarquía. La voluntad no actúapermanentemente: sería agotador. Pero nos pone en el caminocorrecto, nos ayuda a cambiar el deseo adverso y nos permiteseguir sin violencia. Bien sabía el astuto Ulises de la frágilvoluntad humana cuando se hizo atar al mástil de su embarcaciónpara resistir el llamado del canto de las sirenas. Bien lo sabíaJesús cuando tuvo que resistir las tentaciones del Diablo (¿suspasiones?) durante cuarenta días en el desierto. Su voluntadpudo hacerlo, pero... se trataba de Dios.

Dice Santo Tomás de Aquino: “Diferénciase el hombre delas otras criaturas irracionales, en que es dueño de susactos... sólo aquellas acciones de que es dueño el hombrepueden llamarse con propiedad humanas... Son, pues, en realidadhumanas las acciones que proceden de voluntad deliberada, y siotras algunas ejecuta, podrá decirse acciones del hombre, mas noacciones humanas...”

Cuando la inteligencia propone metas, la voluntad sostiene laacción detrás de su objetivo luchando contra los intentos dedesviación.

La ética

La conducta ética no está relacionada tanto con hacer elbien como con no hacer el mal. Todos conocemos personasbondadosas. Son serviciales sin violencia interior. Está en sunaturaleza el rasgo de la bondad que ejercen sin esfuerzo.Algunos son inhibidos, no en el sentido de la inhibiciónvolitiva, sino en el sentido de la temerosa inhibición de quiensobrevalora los peligros del medio. Pueden incluso ser pocointeligentes. Con naturalidad son lo que son y no pareciera enello haber mérito personal alguno.

Hacer el bien puede llamarse generosidad, altruismo, pero enel freno de las pasiones, que cuando es por miedo puede llamarsecobardía, cuando es por el esfuerzo volitivo que evita el mal,debe llamarse ética. Este control, que implica esfuerzo,violencia interior y dominio de sí mismo, tiene mérito personaly es exclusivo ejercicio de la voluntad.

Define W. James a la conducta moral: “Es la acción en lalínea de la mayor resistencia.” La menor resistencia es lalínea del deseo, de las ganas.

Hechas todas estas consideraciones, podemos realizar uno ovarios intentos de definición diciendo:

La voluntad es la aptitud, exclusivamente humana, que nospermite resistir las tentaciones.

Psicopatología

Desde el punto de vista de la psicopatología, los trastornosque pueden afectar a la voluntad y que tengan valor semiológicoson todos de naturaleza orgánica. Aquellos que de manerapermanente o transitoria alteran el funcionamiento del cerebro anivel de los lóbulos frontales o corteza orbitaria.

Dice Carlos R. Pereyra: “Al ejercicio de la voluntadcorresponde la conciencia del “yo” libre, y resulta, encierto modo, la actividad culminante de la integración delpsiquismo”. “Las tendencias e impulsos, componentesinstintivos y dinámicos de toda acción, no son por sí solosvoluntad. La misma voluntad, fuertemente ejercida, sabecontrariarlos dominando impulsos”. Como actividad culminantede la integración del psiquismo, no existe trastornopsiquiátrico alguno en donde no se vea comprometida. Es clásicala denominación de hipobulia en los cuadros depresivosinhibidos. Hay quien llama hiperbulia a la actividad desordenadadel maníaco o del excitado por simple asociación de cuadros queparecieran ser opuestos. ¿Es que puede acaso el maníaco o elexcitado tener un mayor dominio de sus actos que el deprimido? Enel deprimido hay una inhibición del deseo y en el maníaco unaexaltación de los mismos. Pero ni uno ni el otro es capaz detener dominio de sí mismo.

El afligido, el ansioso, aquel que está embargado por lasconstelaciones afectivas, ve suspendida o disminuida su capacidadvolitiva. Bien saben los obsesivos y los fóbicos de lasensación de esclavitud que les genera la imposibilidad dedominar los imperativos de sus tendencias patológicas.

Las insuficiencias de la inteligencia, en todos sus grados, entanto no han alcanzado la madurez neurobiológica necesaria, sonclaros ejemplos de voluntad disminuida o inexistente.

En los confusos, quienes están tratando de orientarse en sustinieblas, con total compromiso de su nivel de conciencia, pocaimportancia tiene evaluar función tan fina cuando está afectadogroseramente el aparato que la sostiene.

Las demencias, cuadros deficitarios, no podrían tener indemnefunción tan exquisita. De hecho, la vejez normal, que refugia alhombre en las tranquilas aguas de lo ya logrado, no secaracteriza por la disposición al esfuerzo.

Los psicóticos, de cualquier tipo, impulsados por suscomponentes delusivos, someten a ellos su conducta. Fuera de losperíodos productivos, la calma se caracteriza por lo defectuososometiéndose, entonces, a las directivas de terceros. ¿Eshiperbúlico el paranoico querulante que, llevado por susconvicciones, es al mismo tiempo esclavo de ellas? A lo sumo sepodrá hablar de tenacidad, pero no de hiperbulia.

La hipobulia cubre con un manto de llamativa equidad alhospital psiquiátrico, dándole ese tono de gris apatía que locaracteriza. Prueba de ello es el ingente esfuerzo de losprofesionales de la salud mental para estimular, excitar ypromover la toma de decisiones responsables en los pacientes,generalmente con poco éxito.

Visto así, y dado el carácter universal de la distribuciónde la hipobulia, su determinación sistemática carece de sentidoe importancia semiológica. Es como querer evaluar el punto decocción de la langosta en la cocina del Titanic... cuando seestá hundiendo. Además, en todos estos cuadros la hipobuliapertenece al “fondo”, habiendo otros síntomas de mayorrelevancia que permiten orientar mejor el diagnóstico.

Sí tiene importancia su determinación cuando la disminuciónvolitiva, la dificultad de orientar las acciones y dominarimpulsos aparece de manera destacada, domina el cuadro, y enfranco contraste con la personalidad premórbida. Entonces essíntoma de lesión cerebral anatómica o funcional.

El síndrome del lóbulo frontal de origen traumático,tumoral o infeccioso se caracteriza por una marcada dificultadvolitiva de inhibir conductas a todas luces inconveniente. Elalcoholismo, aun las formas leves pero permanentes, desjerarquizaa los individuos en el sentido de limitarles la posibilidad derealizar esfuerzos volitivos. La sincera y entusiasta decisiónde dejar de beber, se ve traicionada en la acción apenas serelaja el entusiasmo o se aleja el temor. Los drogadictos, sobretodo los abusadores de cocaína y opiáceos, sufren unahipoperfusión bilateral de los lóbulos frontales con síntomasde desinhibición y euforia y, a la larga, destrucción decélulas de la corteza frontal y orbitaria con marcada abulia quelos asemeja a ciertas formas defectuales de la esquizofrenia. Enla esquizofrenia, trastorno con marcadas lesionesanatomopatológicas, la abulia puede dominar el cuadro, sobretodo en algunas formas de comienzo, y permite orientar eldiagnóstico.

En fin, siendo el ejercicio de la voluntad una función dealtísima complejidad del psiquismo, de disímil distribución,puede su evaluación servir para caracterizar a las personas comoun rasgo más de la personalidad normal. Tiene un valor relativosu evaluación sistemática en todos los cuadros psiquiátricos,salvo en los ya señalados. No existe la hiperbulia como rasgopsicopatológico ni normal, como no existe la hiperprosexia. Ladisminución de la capacidad volitiva es lo único registrable, ysólo cuando tiene valor semiológico para ayudar aldiagnóstico.

Especulación final

En la evolución del hombre, como de las cosas, lo últimoadquirido es perfección de lo anterior. El hombre culmina su“humanización” con la exquisita perfección de lautilización de sus manos y su lenguaje escrito. Lo último tienela solidez que le otorga la historia evolutiva que lo sostiene.¡No pasa lo mismo con la voluntad! Ésta no es sólida: esfrágil, es escasa, es costosa, es lujo. Carece de historia en elreino animal y aparece tarde en el hombre maduro. Se nos ocurrepensar que tal vez la voluntad no sea la última adquisiciónperfeccionada de una serie como podría ser el último carruajehipomóvil en relación con todos los anteriores. Sino elcomienzo de una serie nueva destinada a superar a la anteriorpero aún en sus comienzos. Como podría ser el primer automóvilen relación con los carruajes: alto consumo, bajo rendimiento,pesado, lento y ruidoso.

¿Está la voluntad destinada a desarrollarse hasta que elhombre común pueda realmente dominar sus pasiones? ¿Será elhombre actual (con sus millones de años) sólo un prototipotorpe de lo que llegará a ser exquisitez, sofisticación yperfección? ¿Será el hombre del futuro un cabezón a favor dela hipertrofia de su corteza orbitaria? La idea abre unaexpectativa halagüeña y optimista respecto del futuro. Nosgusta y a ella adscribimos, si no por convicción científica,por ser nuestro deseo.

Es posible que no haya acuerdo en designar con la palabravoluntad lo que describimos. En todo caso, aquello quedescribimos sí existe y debe ser nominado de alguna forma. Lapalabra voluntad, que flota equívoca en el lenguaje, nos pareceapropiada. Es hora de “fijarla” en un concepto claro einequívoco.

Dijo S. Ramón y Cajal: “Si hay algo en nosotrosverdaderamente divino, es la voluntad. Por ella afirmamos lapersonalidad, templamos el carácter, desafiamos la adversidad,corregimos el cerebro y nos superamos diariamente”.

Bibliografía

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