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Año X - Vol.7 Nro. 4- marzo 1999
ALCMEON 28El Hospital Interzonal Colonia Dr. Domingo Cabred y el método Open Door
Prof. Lucía Iacoponi
Considero que es una necesidad humana comprender la realidad. La institución, este hospital psiquiátrico, ha tenido un desarrollo de experiencias a través del tiempo que están condicionando el presente. Los hechos, los conozcamos o no, han estado aquí manifestando la fuerza de la actividad humana, y sus efectos no son una abstracción. El pasado nos sigue aún sin que nosotros lo sepamos. Mantenerlo enmascarado puede ser, desde un punto de vista práctico, un gran desorden para nuestras percepciones. Registramos lo actual a nuestro gusto, haremos construcciones lógicas basadas en nuestras experiencias, ideologías y emociones, renunciando a conocer cómo a sido hecho.
El Hospital Interzonal Colonia Dr. Domingo Cabred no es una teoría, ha sido creado y mantenido por la acción de muchas personas que fueron modificando la realidad y que se vieron modificadas por ella. Las experiencias de ese proceso de interacción entre los individuos y su medio, son las que configuraron esta Institución.
Recuperar en la memoria lo que paso aquí, constituye un semillero de ideas que son nuestro patrimonio común. La historia, como señaló Lucien Febvre, no es una necrópolis dormida por la que sólo pasan sombras desprovistas de sustancias
Ayunos, palos y duchas.
José Ingenieros nos transmite en su obra "La locura en la Argentina" la triste situación en que vivían los enfermos mentales sometidos a los "encierros en las cárceles, a los desencantamientos, a las palizas o las sangrías...desde la época colonial hasta gran parte del siglo XIX, permanecían encadenados entre sus propias deyecciones, amansados a fuerza de ayunos, de palos y de duchas y aun de ataques degradantes en grupos para probar si fingían, o entregados por su conducta menos agitadas y mucho más tolerable, como sirvientes perpetuos, cuando no como bufones, a familias adineradas".
Durante el transcurso del siglo XIX, desde las cárceles del Cabildo hasta los Cuadros de Dementes de los hospitales generales, el panorama siguió siendo desolador, especialmente por el hacinamiento y la falta de atención psiquiátrica.
Meléndez, Cabred y CantónTardíamente, ya que el cambio se venía produciendo en Europa desde la época de Pinel durante la revolución Francesa, se inauguró en nuestro país un asilo para hombres en 1863 (el de mujeres recién se fundó en 1908).
Conocido durante largo tiempo como Hospicio de las Mercedes, dio a sus pacientes la categoría de enfermos y el derecho a tener asistencia medica especializada.
Uno de sus directores, el Doctor Lucio Meléndez, presentó a la Municipalidad de Buenos Aires, en 1879, el proyecto para fundar una Colonia de Alienados en una finca provincial. Su intención era terminar con el hacinamiento provocado por el ingreso de enfermos mentales provenientes de las provincias.
Estos eran abandonados en las calles de Buenos Aires, muchas veces por las propias familias, hasta que la policía los recogía por vagancia y mendicidad y los depositaban en el Hospicio. También los inmigrantes contribuían a la abundancia de locos. Llegaban llenos de ilusiones, de anhelos, de planes y establecidos en la ciudad donde la lucha por la vida era desesperada se predisponen a la enajenación mental.
Recordemos que eran los tiempos que describe, en toda su crudeza, las condiciones de vida de las clases proletarias argentinas, tanto urbanas como rurales, el Informe encargado por las propias autoridades al catalán Bialett Masse.
De esta misma época es la Ley de Residencia que permitía expulsar a cualquier inmigrante, considerado perturbador por los intereses de la oligarquía gobernante, invocando la seguridad del estado.
El médico correntino Domingo Cabred, sucesor de Meléndez en la conducción del Hospicio, obtuvo el apoyo de otro famoso médico y miembro del Congreso con una banca de diputado por Tucumán: el Dr. Elíseo Cantón. Este consiguió se aprobara en 1897 la ley N°3548 presentada por él.
Su texto ordena la creación de una Colonia Nacional de alienados con "sujeción a las reglas del nuevo sistema escocés de hospitalización y asistencia médica de los asilos de puertas abiertas Open Door".
La piedra fundamental se colocó el 21 de mayo de 1899 sobre un campo de Luján de 600 hectáreas de espléndidas tierras altas y fértiles. La ceremonia, a la cual concurrió el Presidente Roca, dio inicio a las obras que la Comisión Honoraria debía llevar adelante. Esta estaba compuesta por médicos e ingenieros y presidida por el propio Cabred.
El método Open DoorEl método Open Door para tratamiento de alienados tiene su antecedente y complemento directo en las experiencias del "No Restraint" que se pusieron en práctica en asilos de Inglaterra (Dr. Conolly) a principios del siglo XIX. Como su nombre en inglés lo indica "sin opresión, sin coerción" era la nueva forma de tratar a los enfermos. El destierro de los chalecos de fuerza y otro tipo de ataduras, la medicación con sedantes del sistema nervioso, el cambio en la conducta de los guardianes y la actividad manual en pequeños talleres y huertas fueron las bases de esta resolución.
Estas Instituciones de orden cerrado seguían conservando los grandes muros que la rodean y las rejas internas. A mediados de siglo un grupo de alienistas escoceses (Sibbald, Mitchel, Clouston, Rutherford) deciden producir un cambio edilicio acorde con el No Restraint: suprimen las rejas, derriban los muros que aislaban e impedían ver el horizonte y abren las puertas de la mayor parte de los pabellones para que los enfermos circulen con libertad durante el día. La terapia da un vuelco. Se conceden permisos bajo palabra para salir del asilo a pasear y volver de nuevo a él en un plazo preestablecido. La libertad, cuya necesidad y deseo permanecía vivo en la mayoría de los enfermos mentales, debía convertirse en la meta por todo paciente internado. Era obtenida gradualmente, a medida que el enfermo podía integrarse a un tratamiento médico que ponía en el trabajo uno de sus recursos terapéuticos. Estos decididos psiquiatras hicieron de los derechos humanos y el tratamiento científico las bases del método Open Door.
El método Open Door en la coloniaEl tipo de construcción que se eligió fue el de villas o pabellones de un estilo que se nombra como suizo francés y que había seducido a Cabred en uno de sus viajes visitando establecimientos europeos. Su elegante arquitectura con detalles que evitan la uniformidad y rodeados de galerías que sorprenden aún gratamente. Las construcciones están separadas entre sí por amplios espacios de jardines y bosques.
La Comisión Honoraria aprobó un proyecto que dividió la edificación en dos sectores que definían prácticas terapéuticas y de vida distintas:
a) El sector del Asilo Central, para enfermos agudos o crónicos con episodios que requirieran vigilancia, aislamiento pasajero y clinoterapia, y también para aquellos que, debilitados por un motivo u otro, necesitan un tratamiento médico especial (Admisión, Administración y Clínica Médica).
b) El sector Colonia propiamente dicho, para el mayor número de alienados que pudieran adaptarse al régimen de Open Door y trabajaran en las áreas agrícolas, de granja o de talleres.
El 15 de agosto de 1901 se internaron los primeros 11 pacientes provenientes del Hospicio de las Mercedes. En 1918 eran 1250.
El patrón organizativo original establecía que cada villa tuviese un guardián enfermero responsable. Cada 10 enfermos un cuidador o capataz debía ser el acompañante permanente del grupo en todos sus trabajos y en los juegos, paseos al aire libre, picnics, caminatas, etc. Tenía que acreditar la presencia de cada paciente cuando regresaban todos al pabellón, ya que las villas, abiertas de día, permanecían cerradas de noche. Se esperaba que el cuidador desempeñara el papel de modelo trabajando a la par de los enfermos, tomando papel activo en las actividades recreativas y deportivas. Se apuntaba a que las funciones fueran desempeñadas por un enfermero o una persona capacitada para tal misión.
El perfil laboral de la Colonia eran las actividades colectivas, manuales, adaptadas al medio y con una paga o peculio para satisfacer la necesidad de retribución que conlleva todo esfuerzo laboral.
El capataz enfermero debía llevar una lista firmada por el médico con el número de horas de trabajo de cada paciente. Los que tenían horario completo cumplían una jornada de 8 horas con un intervalo de 3 para descansar. Los domingos y feriados eran libres.
Desde el inicio hubo una importante diversificación laboral. A las tareas de agricultura se incorporaron las que se cumplían en el criadero de aves, de cerdos, en la fábrica de ladrillos, en los talleres. Con el tiempo llegaron a incrementarse hasta dar a la Colonia el aspecto de un pueblo que lograba autoabastecerse.
Se organizaban también con fines terapéuticos, para que obraran como modificadores mentales que influyeran favorablemente sobre las ideas y sentimientos, bailes, conciertos, representaciones teatrales, competencias deportivas, etc. Visitada por Clemenceau en 1810, la Colonia era recordada por él como una casa de locos donde encontró la obra más perfecta de la razón humana.
Siempre que Cabred se refiere a los Asilos-Colonias precisa que son Institutos médico pedagógico quedando bien claro las funciones de asistencia y educación que deben cumplir. Dirigido el proyecto inicialmente para tranquilos y crónicos aptos para el trabajo y que llegaban tras una cuidadosa selección, su fundador auguraba la extensión de los servicios a todo tipo de alienados. Para el Dr. Cabred los asilos urbanos debían destinarse exclusivamente a las asistencias de urgencias y a servir de centros de enseñanza de la psiquiatría. Demás está decir que este proyecto nunca se concretó.
Vida institucional: teoría y prácticaCientos de personas enseñaron y trabajaron junto a los pacientes en actividades que aún llenan de sorpresa. Una lista incompleta señala las labores que se llevaban a cabo en agricultura, apiario, avicultura, criadero de cerdos, horticultura, matadero, tambo, vivero, jardinería, zapatería y alpargatería, usina, transporte, tornería mecánica, tapicería y tejeduría, plomería, pinturería, panadería, mecánica de automotores, lavadero y desinfección, jabonería, imprenta, horno de ladrillos, hojalatería, farmacia, fotografía, escobería, electricidad, costura, carpintería, albañilería, alfarería, fábrica de mosaicos, etc., etc.
Sin embargo no todo fueron rosas en este Hospital, ni para los enfermos ni para los que trabajaban en él.
Por ejemplo, en las décadas del 40 y 50 llegó a haber entre 3500 y 4000 alienados con la atención de un número fluctuante de 4 a 7 psiquiatras únicamente. Los famosos celadores (aquellos que debían ser enfermeros y acompañar a los grupos de 10 pacientes) tenían a cargo 200 y hasta 300 enfermos.
De un campo prácticamente de trabajo forzado, en etapas posteriores, en plenos 70, fue girando hacia un manicomio al aire libre. Pabellones deteriorados, talleres cerrados, campos abandonados o cedidos a particulares para su lucro personal, pacientes deambulando, vegetando y aun haciendo del desorden mental una coyuntura oportunista, asegurándose alojamiento, comida, vestimenta en medio de la holgazanería, contribuyendo al desprestigio de este centro de rehabilitación.
En otro trabajo preparé una tabla de disfuncionalidades que a mi juicio puede ser tomada en cuenta para evaluar las conductas que en el tiempo produjeron más desajustes y apartaron de sus fines a este hospital. A título enunciativo estas fueron: direcciones inestables, clientelismo, subprestaciones laborales, destrucción de los trabajos y de los bienes, violencia, alcoholismo, dependencia extrema de los límites externos.
Vigencia del método Open DoorSu valor puede resumirse en los dos lemas que supieron estar escritos en el frente de los talleres: el que sintetiza el sistema, libertad y trabajo; y el que resguarda el sentido terapéutico de la labor, es más importante lo que el trabajo rinde al paciente que lo que el paciente rinde al trabajo.
La tarea de rehabilitación de este hospital lo convierte en un lugar de aprendizaje.
El enfermo que ha entrado en una gran crisis psíquica debe volver a prepararse para salir del callejón en el que se debate con conductas rígidas y mal adaptadas.
Tiene que aprender a conocer sus recursos más valiosos para hacerlos crecer, y como en una resurrección, dejar atrás el inmenso sufrimiento mental, la incapacidad y aún la rebelión sin sentido para reconstruir su autoestima y su autonomía.
También acá, como en mi tarea docente, hay que persuadir, hay que estimular para que la capacidad de reorganizar los comportamientos modele nuevos esquemas de conducta. En este camino que el paciente tiene que recorrer el método Open Door no parece haber perdido su vigencia.
Desde la misma propuesta del Dr. Cabred quedó establecido que el paciente debe seguir una correcta programación científica que se vaya aplicando en forma gradual, a través de distintos horarios, exigencias productivas, salarios, recursos disciplinarios y gratificaciones morales y materiales. Paralelamente al trabajo tiene que incorporarse a actividades deportivas, recreativas y artísticas. Todo lo ocupacional, está demás decirlo, no sólo no descarta sino que se acopla al uso de neurofármacos y de las otras terapias que los profesionales consideren convenientes.
El valor del trabajo en la recuperación de enfermos mentales sigue teniendo, en la actualidad, una amplia base de sustentación. Es que el trabajo oficia como promotor de la vida física, psíquica y social de nuestra especie.
En el caso especial del cultivo de la tierra, pero también en los talleres, los pacientes realizan un esfuerzo físico y un aporte psíquico que les permite dirigir su actividad laboral sobre la materia. Van observando directamente las transformaciones que pueden operar para obtener lo que quieren de ella. Si al mismo tiempo reciben información a través de un sistema educativo, irán dinamizando el repertorio de sus propias habilidades. Obrando es como observarán los cambios, y las condiciones exteriores favorecerán una transformación en su propio orden interno.
Al trabajar:
Puede comprender lo que hace y para qué lo hace.
Puede interesarse por su propia obra y lo que sucede a su alrededor.
Puede formar parte de un grupo de trabajo con el que comparte esfuerzos.
Puede sentirse útil.
Puede recibir una retribución.
El momento de emigrarLa tarea de rehabilitación de este hospital es un gran desafío, ejerce sobre personas inestables que resultaron intolerables en sus grupos de convivencia. Se trabaja y se espera que los pacientes vuelvan a ser capaces de establecer lazos con la realidad dentro de la comunidad hospitalaria.
Pero tienen que generar también aptitudes para la movilidad, el objetivo final es, precisamente, que abandonen la Institución. Abandonarla significa perder la asistencia material garantizada y el status de enfermo, de persona protegida, y a veces el marco de prestigio, de reconocimiento que han logrado por medio de su actuación.
Para dejar este medio al que se han adaptado y en el que se sienten arraigados, los pacientes tienen que considerar que los factores positivos pierden interés, y como todo emigrante los perciban como expulsores.
Históricamente esta secuencia ha sido compleja y dificultosa. Requiere programar los pasos en los distintos niveles de rehabilitación con el apoyo concreto y no meramente declarativo de funcionarios, empresarios, jueces, familiares y de muchos integrantes de la comunidad que finalmente son los co-responsables del alta social.
El desafío es que nadie, cualquiera sea el lugar que ocupa en la sociedad, considere esta Institución como el cementerio de la razón, sino como leyó el Dr. Domingo Cabred en el portal de un Hospital de Alemania: Para la protección de la luz del espíritu.
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