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Luis O. Lozano, in memorian
Daniel Alberto Vidal
Nació en Avellaneda el 16 de octubre de 1935, sus padres fueron hijos de inmigrantes españoles, llegados al país a principio de siglo.
A los pocos días de nacer, la familia se instaló en una casona de la calle Lautaro, en el porteño barrio de Flores, en esa época todavía zona de quintas.
En ese barrio transcurrió su vida y abrió el primer consultorio, que atendió hasta la semana anterior a su fallecimiento.
Estudió en el Colegio Urquiza de la zona y a los 18 años ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, de la que egresó a los 26 años.
Solía recordar que su padre, quien se había opuesto en un principio a la decisión del hijo, lloró en sus brazos al verlo recibido. Dos años más tarde terminaba la especialización en Psiquiatría.
En el año 1961 conoció a Elsa do Porto, quien fue la gran compañera de toda su vida.
Tuvo 3 hijos, quienes junto con su mujer, la profesión, el Hospital Borda y sus pacientes, fueron la gran pasión de su vida.
Hombre de hábitos austeros, prudente, sobrio, de sólidos principios ético-morales que supo transmitir a sus amados hijos, desarrolló y mantuvo vigente la cualidad de disfrutar con plenitud de las cosas sencillas de la vida: los pájaros, las plantas, el fútbol (sufriente simpatizante del Racing club).
En el año 1962 ingresó al Hospital Borda, a los 35 años es nombrado Jefe del Servicio Nº 9, Sala Cátedra, desde este cargo desarrolló una fecunda y constante labor asistencial y docente que sólo su muerte pudo interrumpir.
Completó su carrera docente en 1982 y desde diversas funciones ejercidas dentro de la Cátedra intervino activamente en la formación de múltiples generaciones de psiquiatras.
Durante más de 30 años colaboró dinámicamente con varios profesores titulares de la Cátedra de Psiquiatría partidarios de distintas escuelas y con diferentes perfiles de personalidad; no siempre fue fácil, pero aún en el disenso no retaceó su entusiasmo, espíritu de colaboración y respeto. Con varios de ellos forjó y mantuvo a posteriori una sincera y cálida amistad.
En 1984 la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires lo distinguió con el premio Lucio V. López (h) por el trabajo en colaboración, titulado: "Aportes inmunogenéticos al conocimiento etiopatogénico de las psicosis endógenas".
Fue designado director del Hospital Borda (1991-1992) cargo que ejerció en forma ad honorem, en una elocuente demostración de la generosidad y vocación de servicio que caracterizaron toda su trayectoria. Renuncia al considerar finalizadas sus funciones para volver definitivamente a la jefatura de su servicio hasta los últimos días de su vida.
En todos los largos años de jefatura, tuvo una actitud lejana a lo autocrático. Fue un jefe exigente, pero a la vez comprensivo, continente y coherente en sus principios y decisiones. Responsable y detallista a veces hasta la obstinación. Predicó y dio ejemplo de honestidad, tolerancia y respeto, no sólo para con sus dirigidos, sino también para todo aquel que se le acercara en busca de un consejo o apoyo.
Fue vicepresidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras -AAP- (1994-1999). Actualmente se desempeñaba como Presidente del Tribunal de Ética de dicha asociación y como Director General de la revista Dinámica, órgano de difusión de la AAP, al mismo tiempo era integrante del Comité de Bioética del Hospital Borda junto a otros destacados profesionales de la Institución.
Los que lo extrañaremos desde la pena de su ausencia cotidiana, intentaremos el difícil camino del consuelo, lo haremos pensando en el legado de sus enseñanzas y de su ejemplo, como también desde nuestro afecto y profundo reconocimiento.